Shinazugawa Sanemi

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Sanemi sonrió levemente mientras caminaba al lado de su aprendiz, era una noche estrellada y feliz, el ambiente era divertido en pleno festival al cual deshicieron asistir en su noche libre, sin duda la mujer a su lado era la más hermosa que había visto en su vida, también era talentosa con la espada y le llenaba de orgullo que aprendiera con él el estilo de viento

Sus ojos se estrecharon levemente mirando con cariño como la chica se agachaba para observar el estante de peces koi, sus ojos brillaban al ver los pequeños peses y sus labios estaban estirados como patitos al pensar en cómo conseguir uno de estos pequeños peses para el estanque que tenían en la finca, sus pequeños labios brillosos por el labial usado se estrecharon hacia arriba mostrando una bella sonrisa emocionada y al final compró dos turnos en donde atrapó a varios pequeños pececillos

El pilar no entendía en qué momento se había enamorado de esa pequeña -a comparación con sus 179cm- chica, una pequeña sonrisa cariñosa adornó sus labios que normalmente sonreían sádica o sarcásticamente, Sanemi no entendía porque se había enamorado justamente de ella

Un vago recuerdo de cuando su madre aún era humana y les contaba sobre las almas gemelas inundó su mente, pero él negó suavemente, lastimosamente el albino no había nacido con la marca de almas gemelas y, si misteriosamente le apareciera, no se vería entre todas las cicatrices que tiene su esbelto cuerpo

Con suavidad acarició la cabellera de la chica la cual saltaba feliz por su caza efectiva, en dos bolsitas ya tenía seis pequeños peces los cuales meneaban suavemente su cola entre el espacio de agua reducido, la chica miró con ojos brillantes a su maestro y su corazón latió al ver la expresión suave del hombre que normalmente tenía una expresión feroz

Sanemi recordó las suposiciones que habían sobre no tener un alma gemela, una era que esta había muerto o que incluso no había nacido, el albino estaba seguro que era la primera pues con su mala suerte ya era casi obvio que esos sucedería, él no podía amar a nadie ya que los perdería uno por uno, sus cuatro hermanos menores, su madre, su mejor amigo, su mejor amiga -Kanae-, todos los que quiere lentamente van pereciendo frente a sus ojos, por eso tenía tanto miedo de Genya, el menor no poseía habilidad con la espada, podría morir en cualquier momento y el albino no podría hacer nada, por eso intentaba alejarlo desesperadamente de él, porque Sanemi sabía que donde fuera la muerte le perseguiría para arrebatarle a los seres queridos y burlarse de él sin arrebatarle la vida, dejándolo con esa sensación de vacío inagotable, como si la caja que contenía su cariño estuviese rota y siempre cayera el contenido por goteos

Yūzā sonrió feliz al ver como el albino le sonreía cariñosamente, a ella no le podría importar en lo más menos su Soulmate, ella solo quería permanecer al lado del albino para toda su vida, no le importaba un hombre que rápidamente se olvidaría de ella aun siendo almas gemelas, no le interesaba nadie más que el albino el cual le enseñaba sus técnicas, sabía que él jamás se atrevería a dañarla

Sanemi y Yūzā caminaron por el sendero lleno de personas en un silencio pacificador, escuchando los murmullos felices de las personas participando en este evento, lentamente caminaron y sin darse cuenta se tomaron de las manos hasta que llegaron a una bella explanada en donde observaron como justamente los fuegos artificiales explotaban en el cielo tiñendo el oscuro manto con sus coloridos fuegos explosivos, soltando atronadores sonidos que resonaban a miles de kilómetros de distancia

La chica apoyó su cabeza en el hombro del hombre sonriendo y luego ambos se fueron a su finca, cansados, pero felices de la experiencia vivida

Ambos durmieron esa noche tranquilamente, sin ningún sueño en particular y al asomarse el alba empezaron a entrenar nuevamente como era cotidiano en sus vidas de cazadores de demonios. Sanemi por primera vez se sacó su corto haori y dejo a la vista su uniforme sin mangas y las extensas cicatrices alrededor de sus fuertes brazos, la chica al ver que sería un entrenamiento feroz, se quitó también el haori que le había regalado el albino, dejando a la vista sus blancos y fuertes brazos, para ser cazadora no tenías que ser una princesa, debías ser una fuerte guerrera

Ambos empezaron a pelear fuertemente mientras sus técnicas resonaban por la finca, rompiendo el viento, destrozando el suelo y volando los árboles, ambos estaban en un feroz entrenamiento y cualquiera que los viera dirían que son enemigos mortales y que se querían matar mutuamente

Sin darse cuenta, el viento de ambos se coordinó y complementó, ambos en un espadazo terminaron causando un gran destrozo en el lugar, recién se dieron cuenta que su aliento de viento se combinó y como sus cuerpos sudorosos y jadeantes estaban pegados el uno al otro

Sanemi lentamente se fue poniendo tenso y su rostro se sonrojó hasta las orejas al sentir las posaderas de la chica sobre su centro al igual que su fina espalda pegada a su pecho y uno de sus brazos rodeando la cintura de la chica, un sudor empezó a recorrer su nervioso cuerpo tieso como roca y la chica le miró curiosa, sabía que su maestro era algo tímido ante las mujeres y no sabía cómo tratarlas, pero su vista recorrió el brazo de su maestro encontrando una marca entre antas cicatrices, suavemente Yūzā pasó sus brazo haciendo que el hombre se pusiera mucho más nervioso y mirara levemente hacia abajo alterado

Yūzā delineó suavemente el tornado con un cronometro indicando que el tiempo se había acabado, entonces miró su propio brazo y notó que el cronometro en este el cual estaba al lado de su brazo también indicaba un "00:00:00", un sonrojo se apoderó de su rostro y rápidamente se fue a su habitación

Sanemi suspiró suavemente ya más calmado, entonces se preguntó qué demonios había visto en su brazo para que se sonrojara de esa forma tan feroz que no la podría ni reconocer de una manzana roja madura, lentamente miró su brazo frunciendo el ceño al ver el pequeño tornado con un cronometro en "00:00:00" se preguntó si se había hecho algo así, pero nunca se había hecho un tatuaje similar

El albino se preguntó en donde había visto este tornado antes y se dio cuenta de que la chica tenía el mismo tatuaje, su cara lentamente se volvió roja hasta que explotó en una bomba de humo, sus manos temblaron nerviosas y estaba seguro que si alguien le preguntara que le sucede él no podría contestar más que balbuceos y tartamudeos inentendibles, con razón ambos siempre eran tan compatibles, todo lo que sabía hacer él lo sabía hacer ella y todo lo que ella sabía hacer él lo sabía, a pesar de que nunca antes había tocado un guquin él supo dominarlo como si lo hubiera hecho hace miles de años y la chica supo tomar la espada a la primera realizando el primer aliento de viento como si no le hubiese contado nada

Sanemi sintió sus labios temblar y entre el sonrojo y los nervios que sentía sonrió, estaba orgulloso que esa chica fuera su alma gemela

One-short Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora