El sol brillaba en el horizonte cuando Peeta decidió parar en una gasolinera y, de paso, tomar un abundante desayuno que le permitiera afrontar las varias horas de marcha que restaban para llegar a su destino.
Katniss, que estuvo dormitando en el asiento desde pocos minutos después de salir, se despertó sobresaltada.
—¿Ya hemos llegado? —preguntó soñolienta, restregándose los ojos heridos por la brillante luz.
—No. Aún queda bastante camino, así que vamos a desayunar —respondió él mientras inspeccionaba los alrededores.Desde su partida, unas horas antes, había procurado circular por carreteras secundarias con el fin de controlar si alguien les seguía, lo que les llevó más tiempo que por la rápida autopista.
—De acuerdo. Estoy realmente hambrienta —reconoció ella.Entraron en el pequeño restaurante y se sentaron en una mesa bastante alejada de la puerta, desde donde Peeta podía controlar tanto el coche como la entrada.
Al comenzar a desayunar, se dió cuenta que Katniss comía con feroz apetito. No acertaba a determinar su estado de ánimo. Imaginaba que tras los traumáticos acontecimientos de la noche pasada debería de estar apática o, cuando menos, sin esa especie de complacencia y regocijo que parecía inundarla. Parecía una niña a punto de iniciar unas emocionantes vacaciones.
—Deberías llamar a tu padre. No sería correcto que se enterara por otras personas —sugirió.
Katniss lo miró durante unos instantes y asintió con la cabeza. Temía el momento de hablar con su padre, él podría ordenar a Peeta que la llevara a su lado y destruir la plácida armonía que disfrutaban. Pero, por otra parte, tenía que reconocer que él llevaba razón.
Extrajo el teléfono móvil del bolso y marcó el número. Tras unos segundos, su padre respondió.
—¿Dígame?
—Hola, papá —saludó Katniss algo indecisa.
—¡Hola, cariño! ¿Cómo te encuentras? —la voz de Plutarch se inundó de alegría al oír a su hija.
Por la despreocupación que mostraba su padre, Katniss comprendió que no estaba informado de los acontecimientos de la noche anterior.
—Estoy muy bien. Te llamo para comunicarte que anoche unos delincuentes entraron en la casa. Por suerte huyeron sin causar mayores problemas.
—¡¿Qué estás diciendo?! ¿No será una broma? La verdad es que hoy no estoy de humor para tus ocurrencias, querida —advirtió impaciente.
—No es una broma, papá. Anoche unos hombres enmascarados entraron en la casa con la intención, probablemente, de secuestrarme. Gracias a tu guardaespaldas, no consiguieron su propósito. Por lo que no debes preocuparte, ya que no ha sucedido nada.
—Kat, cariño, quiero que me con todo detalle, lo ocurrido. Y dime, ¿dónde estás? ¿Sigues en la casa o estás en el hospital? —preguntó alarmado—. Me marcho para allá inmediatamente. ¿Y qué es eso de un guardaespaldas? ¡Por dios Katniss dime algo! —acabó casi gritando.Katniss apartó el teléfono de su oído y se lo entregó a Peeta.
—Señor Everdeen, al habla Peeta Mellark —anunció.
No se escuchó nada durante unos segundos, hasta que de repente Plutarch habló.
—¿Mellark? ¿Qué hace usted ahí? —preguntó sonando muy extrañado.
Peeta temía esa pregunta y, sobre todo, el tener que responderla en presencia de Katniss.
—Es una historia algo larga de contar. Resumiendo, anoche me encontraba en los alrededores de la casa cuando sorprendí a los delincuentes. Desgraciadamente lograron huir. Lo importante es que, tanto su hija como la Sae, no sufrieron daño alguno —explicó al hombre.
—¿La policía no llegó a tiempo? Tenía entendido que la alarma comunicaba directamente con ella. ¿Acaso olvidaron conectarla anoche?
—La alarma fue desconectada por los secuestradores antes de que pudiese dar aviso a la policía. Lo que demuestra que ellos sabían de su existencia. Fueron preparados con un sofisticado sistema de detección de códigos, algo totalmente innecesario de no saber su ubicación. —explicó Peeta.
—Sí, reconozco que les habría resultado imposible encontrarla, pero... pero.. ¿intenta dar a entender que los secuestradores fueron informados por alguien cercano a Katniss?
—Exactamente, señor Everdeen.
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Mi Guardaespaldas
RomanceLa policía recibe la información de que una banda de delincuentes intentará secuestrar a la hija del millonario Plutarch Everdeen, que ante la situación, contrata a Peeta Mellark, al que le pide que se encargue personalmente de proteger a Katniss, u...