【Capítulo 01】

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Mar Negro
Septiembre, 1520











El movimiento del gran barco hacía que la cabeza de todos los jóvenes dentro de esté, tuviera un enorme mareo, todos compartían la sensación de náuseas pero había uno que era distinto al resto.

Un joven de cabellera castaña y ojos avellanas, era el único que tenía una mirada de odio y tristeza mientras que los demás sólo demostraban miedo, los labios de aquel joven se encontraban con pequeños hilos de sangre a causa de haberse mordido por la ansiedad que sentía al estar en ese barco y sus ojos avellanas eran adornadas por ojeras que demostraban sus desvelos, el aspecto era tan lamentable pero sin duda lo más desagradable de ver era la manera en cómo manchas de suciedad se esparcian en todo su cuerpo y la ropa que traía tampoco ayudaba a cubrirse del frío que sentía, todo en él gritaba lamentablemente.

Sin duda solo él sabía el dolor que sentía en esos momentos y no precisamente un dolor fisico.

— ¡¡La cena!! ¡¡Hagan una fila!! — Un hombre mayor hizo aparición con una olla de barro en mano, acompañado de dos hombres un poco más jovenes que él, ellos también llevan algo en manos, una canasta de pan y una llena de frutas.

Todos al escuchar esas palabras se empezaron a levantar de sus respectivos lugares, los cuales consistían de una pequeña manta tirada en el plan del barco que los cubria de las heladas noches.

Con brillo en sus ojos a causa de ver la comida acercarse, de manera rápida empezaron con una fila con barriga vacía.

En ese barco eran quince jóvenes, entre ellos habían hombres y mujeres que no pasaban los veinte años de edad, caras bonitas y cuerpos puros eran las características de todos ellos. Habían tenido mala suerte de ser vendidos como si de un objeto cualquiera se tratará, algunos se habían resignado a su lamentable destino pero con un claro miedo de imaginarse su futuro, otros simplemente mostraban su miedo entre sollozos que se podían escuchar en las noches cuando la luna les hacía recordar a sus familiares.

Sin duda todos ellos no sabían que les deparaba el destino, pero de algo están seguros y es que no es nada bueno lo que les espera.

La fila estaba echa y cada uno lleva en sus manos una pequeña taza de barro que el hombre les había entregado desde que empezó el viaje en barco, ellos tenían que tener esa pequeña taza con ellos, en esté se servían sus respectivas comidas.

Un joven de cabellos negros que estaba en la fila pudo ver como el joven castaño no se paraba de su lugar, seguía sentado en su manta abrazando sus piernas, era el único que no se había formado en la fila para reciber su porción de comida, de manera inmediata con preocupación se dirigió hacia él.

— Alexander, levántate y come — Tal parece que el joven castaño no hizo caso a las palabras dichas por el joven pelinegro, que al ver que sus palabras no eran escuchadas se acerco más, se agachó para así poder acariciar un poco sus cabello que se encontraba descuidados por los días sin lavar y peinar, con un tono más suave en su voz dijo — No haz comido en días, te enfermaras, por favor come — La preocupación en sus ojos seguia al igual que la terquedad del joven castaño al no querer comer.

El castaño dirigió su mirada llena de odio a los demás jóvenes, al ver como todos les servían una pequeña porción de sopa en sus tazas y un poco de pan con fruta eran entregados en sus manos, eso hizo enfurece al joven quien seguía sin hacer caso a las palabras del pelinegro que estaba acariciando su cabello.

El Siglo Magnífico | 𝓝𝓪𝓶𝓳𝓲𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora