Capítulo 7

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Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Lisa entre sus piernas

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Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Lisa entre sus piernas. Se inclinó, respirando agitadamente.

- Lalisa... - gimió. Y ella la deseaba, deseaba que gritara su nombre. La cogió de los muslos apretándola más contra su boca. Ella jadeo de placer. Pero a pesar de todo, aun le quedaba algo de cordura, antes de que pasara lo peor, antes de que el placer la dominara. - No... Lalisa...

Ella se asomó entre sus piernas, relamiéndose los labios. Aprovechó ese momento para apartar las piernas y cruzarlas. Lisa se sentó a su lado, saboreando hasta el último hilo de flujos de Jennie que aún yacían en su boca.

- ¿Qué pasa? - le dijo apartándole el pelo, acariciándole el cuello con los hinchados labios, llenos de la propia lujuria.

Jennie no pudo evitar mirar el esbelto torso sin el jersey. Femenino, trabajado... perfecto. Entraban ganas de sobarlo hasta cansarse.

- No... no tengo ganas. - mintió.

Lisa arqueó una ceja. Luego se hecho a reír.

- ¿Qué no tienes ganas? - Dijo poniéndose en frente de ella - ¿Qué no tienes ganas de echar un buen polvo conmigo?

Jennie negó con la cabeza.

- Es imposible.

- No, eres creída.

- Si casi, casi te tenía... estabas súper excitada... no puedes decirme que no tienes ganas. - dijo inclinándose para besarla, pero Jennie la rechazó. - Ah... ¿con que esas tenemos?

- ¿No que separabas el trabajo de las relaciones? Pues olvídate de mí ¿vale? - Dijo ella con arrogancia - te odio, no quiero nada de ti, ni tus besos, y menos tu cuerpo.

- Mentirosa. - dijo Lisa sonriendo - me deseas más que a nada.

- No, eso es lo que tú te crees. Piensas que eres el centro de atención, que cualquier mujer se acostaría contigo. Y no es así. Yo no me acostaré contigo, no me gustas. Si quieres echar un polvo te buscas una muñeca hinchable.

- Oh, gatita... - dijo Lisa ahora sería. ¿Por qué las palabras de esa mujer la afectaban? Nunca había sido así - No tengo por qué comprarme una de esas estupideces cuando tengo a un tercio de la población femenina de Los Ángeles queriendo follar conmigo.

- Entonces cógete a una de esas putas. Pero a mí, déjame.

Manoban enfadada por el rechazo, se dirigió a la puerta y se fue de la habitación donde se encontraba Kim.

Jennie se encogió de piernas rápidamente. Dios mío... no creía lo que Lisa acababa de hacer...

Pero le había gustado, mucho. Nunca se había sentido tan excitada. Sentía como la humedad se esparcía más y más. Debía hacer algo... antes de acostarse.

Lisa se tumbó en la cama. Se relamió los labios una vez más. Dios mío, sabe tan bien. Pero Jennie no lo había saciado. Al contrario, la había rechazado. Y a Lisa le daba rabia ¿Por qué no quería...? Escuchó un  quejido. Apoyó la oreja contra la pared que daba a la otra habitación, a la de Jennie exactamente.

𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻 𝑯𝑬𝑹                JENLISA GIPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora