Capítulo 2

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Lalisa dejó el maletín al recibidor de su casa, abrió su portátil y conectó el programa para las cámaras donde localizó a Jennie en una de ellas

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Lalisa dejó el maletín al recibidor de su casa, abrió su portátil y conectó el programa para las cámaras donde localizó a Jennie en una de ellas. Estaba en su despacho, tomando un café Lisa miró a ver qué hora era, las once de la mañana. Se quitó el jersey sin apartar la vista del portátil Jennie estaba sentada, pero la cámara que había colocado la enfocaba de perfil. Puso el zoom, los ojos gatunos fijos, hacia unos papeles, una nariz algo respingona pero ni grande ni pequeña, no había maquillaje en exceso.

Los labios rozaban el borde de la taza de café mientras Lisa observaba los gestos de su boca. En ese momento, como si quisiera seducir a Lisa, Jennie se relame el labio superior. La de flequillo por su parte se acomoda a la butaca delante de la mesita.

Va bajando la cámara, que maneja desde el control del portátil. Preciosos pechos se fijaba en su protuberante escote una vez más, dejaba mucho a la imaginación pero le gustaba. La falda que lleva es la de antes, igual que la blusa ajustada y negra. Como le hubiera gustado arrancársela allí mismo, cuando le estaba masajeando la espalda. Con la blusa y todo.

Lalisa se volvió de sus pensamientos, esa mujer había hecho que se empalmara otra vez en tan solo un día. Y sin hacer nada. Era impresionante, pero perfectamente excitante, al menos para Manoban tan inocente y preciosa como... Sunmi.

- No, joder... otra vez no. - dejó el portátil abierto y se dirigió hacia al baño.

Se quitó los pantalones y el bóxer, junto con las botas y se metió en la ducha fría a intentar bajar aquella erección despampanante y a quitar de nuevo a la maldita Sunmi de su mente. - Es agua pasada. Ella ya no está. Ella fue un error. - se decía a sí misma.

Y no sabía la razón que tenían sus palabras. Quince minutos... Quince minutos y ya estaba. Se puso un sostén deportivo y enroscó una toalla alrededor de la cintura para salir al salón por ropa limpia. Cuando pisó el suelo del salón escuchó un ruido en la cocina. Se ató la toalla como pudo y cogió su calibre 32 de debajo de uno de los cuadros, donde guardaba alguna que otra arma - de las que no abultaban tanto, claro -.

- Las manos donde las vea. - dijo encendiendo la luz de la cocina de su casa. -Ariana... ¿Qué haces? - dijo arqueando una ceja.

Ella la miró de arriba abajo.

- Mmh... no podía esperar hasta las once. - cogió una cerveza de la nevera de Lisa - con tu permiso...

- Claro... - gruñó, dejando la pistola en la encimera de su casa. - ¿Cómo has entrado?

- Te recuerdo que trabajo contigo y soy experta en meterme en casas ajenas. - se sacó un alfiler de gancho de la nuca. - Ha sido fácil.

- Maldición... tendré que poner más cerraduras de seguridad. - en ese momento se le cayó la toalla.

- Oh dios mío. - Ariana dejó la cerveza en la encimera -Lisa , cada vez me sorprendes más.

Manoban no se inmutó. Tampoco se avergonzó, sabía lo que tenia y sabía lo que el zorrón de la empresa quería. Hacía meses que Ariana le iba detrás. Era una mujer que desearía cualquiera, y con lo caliente que la había puesto Jennie, nadie terminaba perdiendo nada. Sonrió cogiendo la toalla lentamente y se la volvió a colocar.

- ¿Y que querías?

- Mi recompensa. - dijo acercándose - y para dármela no necesitas esto... - volvió a dejar caer la toalla y empezó a tocar a Lisa.

Ella no apartó la mirada de sus ojos negros. Estaba dura y necesitaba follar.

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- Jennie ... - Rose la llamó por enésima vez por el telefonillo de la oficina.- Ji-hyun volvió nuevamente y... trae bombones.

- Ahora no lo puedo atender, estoy con otra clienta.

- Ha entrado... ya está por el pasillo.

- ¡Joder! - fue hacia la sala de masajes - un minuto, Claire, vuelvo enseguida. - la señora asintió desde la camilla, tumbada boca a bajo. Jennie salió, muy enfadada.

-  Ji-hyun, no vuelvas más, te lo digo enserio, si quieres algo, ve a mi casa, ya sabes, pero en la consulta, no quiero nada íntimo y no te quiero aquí. - se tapó la boca. Se había alterado demasiado.

- De acuerdo. - Ji-hyun tiró la caja de bombones, a lo bestia. - Entonces, tendré que convencerte... no por las buenas. - Le tapó la boca y la nariz con un trapo, y Jennie enseguida cayó anestesiada, en brazos de Bae Ji-hyun. - Lo harás por las malas.

La cargó en su hombro y se la llevó hacia a fuera. Apuntó a Rosé con una pistola. - Como diga algo, despídase de su vida, rubia. - ella asintió, temerosa, dejando a Bae marchar, llevándose a la morena hacia quien sabe dónde...

 - ella asintió, temerosa, dejando a Bae marchar, llevándose a la morena hacia quien sabe dónde

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𝑷𝑹𝑶𝑻𝑬𝑪𝑻 𝑯𝑬𝑹                JENLISA GIPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora