Shinigami 2

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Tobirama se ajusta la ropa que se adaptó mejor a su estilo entre todo ese closet lleno innecesariamente de otras modas que no cree poder enfrentar por el momento de ignorancia (o nunca)... un Kimono en colores neutros con flores estampadas en sus mangas fue lo mejor que encontró.

Desea un Hakama, un kimono masculino o algo aceptable que le de esa familiaridad necesaria de un shinobi con el escudo del Senju... ahora reducido a ropa de civil femenino, pero debe adaptarse con lo que tiene.

Suspira dolorosamente mirando esos ojos grises que se ven tan descoloridos a sus rojos intimidantes, luego la redondez infantil junto con su cabello enmarcado en un blanco conocido solo que manchado con mechones rojos mucho más largo que su corte de toda la vida.

Este no es Tobirama.

Agarrando un mechón de cabello con planes para cortarlo, el Nidaime ya planea cambiar mucho su apariencia pero sabe nunca recuperará similitudes con su antiguo ser... no hay nada para reconocer con excepción del cabello blanco.

Esto no es el tipo de niño que fue a esa edad... no es amenazador, no se ve severo ni asesino... solo una niña adorable a la que no le queda el ceño fruncido o el brillo de sus ojos opacos por una edad de guerras, una mocosa que suplanto por castigo del Shinigami (una conclusión que puede o no ser infundada).

Se niega a mirar a la mocosa del reflejo más tiempo al dar la espalda al espejo de cuerpo completo.

Ahora que está limpio puede iniciar su amena rutina (es muy tarde para una más saludable).

Limpiarse fue fácil pensando solo de manera clínica sin perturbarse por el género equivocado en el que quedó atrapado... da un giro para reflexionar sobre la habitación y algunas cosas que no logra identificar aunque en las memorias de la niña las registra como una laptop, reloj despertador y un teléfono móvil.

Inclina su cabeza cepillando el conocimiento que aunque le esté causando un dolor de cabeza... es un dolor necesario para adaptarse a esta nueva sociedad.

Tobirama no será tomado desprevenido por nada del mundo por lo que se sienta en el futon analizando de nuevo lo que tiene la pequeña mente de la niña a la que suplió con mucha concentración y compromiso.

Hasta ahora lo único claro es que Fuyumi tiene muchos recursos que sabrá aprovechar.

Luego está el conocimiento que guarda en la corta vida de su anfitrión, la cultura de este Japón y todo lo visto académicamente tratando de no sentirse abrumado por algunas fechas que datan de dos mil años cuando los países elementales apenas registraron 100 antes de perderse en guerras.

El clan Senju siempre se jacto de contener un historial de 100 años que palidece con lo que su cerebro sabe.

Suspira cansinamente, hoy es lo que llaman fin de semana, no tiene nada en la agenda y eso es bueno, aunque cree tener otros dos hermanos en casa que no la han buscado demostrando un distanciamiento conveniente para su adaptación.

El dolor de cabeza crece, pero Tobirama es terco en al menos rascar todo el conocimiento general antes de iniciar su propia investigación.

Una sonrisa codiciosa brota ante la mera idea que en ese lugar no hay restricciones, que puede aprender todo sin necesidad de asesinar por la información... predice un choque de culturas más adelante, pero ahora prioriza la simple tentación del aprendizaje sin limitaciones.

𝙻𝚊𝚜 𝚂𝚘𝚖𝚋𝚛𝚊𝚜 𝙳𝚎 𝙻𝚊 𝙷𝚘𝚓𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora