Misión 46

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Agitar las sombras I

El cielo es amplio por encima de él.

Las ramas torcidas ocultan todo a los bordes de su visión.

El aire trae humo... sangre... muerte, para cualquiera que mire desde el exterior solo vera un bosque devorador plagado de cuerpos ya sea colgando a la sombra de la vegetación o sirviendo de abono en sus raíces... fue una batalla dura, algo que asesinaría a las primeras grandes sombras de las aldeas shinobis... larga y feroz... una que cambió por completo el ecosistema de un gran pedazo de tierra.

Pero aún entre esto, hay alguien que sabe respira su último aliento.

Hashirama jadea por aire con el peso de sus pulmones como de cada pedazo de su cuerpo, es un tanto abrumador mientras siente como sus células son lentas, su regeneración ha perdido ritmo, la falta de chakra es horrenda y por primera vez... sabe que no es lo suficientemente fuerte para levantarse de nuevo.

Lo peor de toda la situación, es que fue su culpa, fue engañado y ellos... todos ellos... se tomaron la molestia de investigarlo lo suficiente para dar con algo que pudiera matarlo o al menos, abrumarlo lo suficiente para no permitir que sus heridas tejan.

No evita lamentar no haber escuchado a Tobirama.

Se encuentra llorando, lamentando y sabiendo que no verá nunca más a su familia y pueblo... que esto... será el inicio de algo peor para los pueblos shinobis.

Después se enteraría, cuando fue resucitado una segunda vez, que era el desencadenante de la primera gran guerra shinobi.

Abrir los ojos de tal pesadilla lo hace sentarse de golpe para solo buscar alrededor en completa alerta, con los hombros tensos y listo para la batalla se da cuenta que está en una habitación que tarda en reconocer... hasta que suelta un suspiro un tanto nervioso, negar para sí mismo y bajar un poco sus alarmas.

Aún saborea sangre, aún siente el olor pesado de un campo de batalla, aún puede sentir como su cuerpo se apaga lentamente... al final de todo... fue como irse a dormir... Hashirama sabe, que todo son memorias que repite siempre después de esa pesadilla.

La muerte es horrenda porque al final de todo, lo hizo lejos de casa y completamente solo.

-Mocosa, estoy seguro no deberías dormir aquí-

Parpadeando ante la voz de recriminación conocida, no evita sonreír aliviado de ser sacado de los flashback, acomodándose en su actual lecho... ahora reconoce completamente la habitación en la que despertó, que no es otra que la lujosa sala de estar de la casa tradicional Todoroki -Buenos días a ti también, Enji- replica con ingenio, brillo alegre y fingiendo que no acaba de tener un mal sueño.

En las escaleras, con la postura imponente y brazos cruzados en un aura amarga, Enji le da una de esas miradas impaciente completamente vestido en pijama en una de esas mañanas raras que tiene libre -Al menos sé que tienes casa- insiste con ese tono de recriminación.

Aun en ese sofá mullido, descobijándose para bajar los pies en un canturreo, Hashirama hace un mohín bastante insultado -Moh, Enji, es muy temprano para estar de malas-

Un girar de ojos exasperado, bajando el ultimo escalón el héroe le da una mirada sucia antes de seguir rumbo a la cocina -¿Y de quién es la culpa?- le grita como de costumbre cuando lo atrapan acampando ya sea en la sala o en el corredor del segundo piso.

Ignorando tal comentario con la facilidad de la práctica, el shodaime salta fuera del sofá vistiendo un simple pijama de arcoíris bastante bonita e infantil con el cabello revuelto y salvaje... descalzo, persigue al regio hombre hasta la cocina donde seguramente está preparando algo para desayunar.

𝙻𝚊𝚜 𝚂𝚘𝚖𝚋𝚛𝚊𝚜 𝙳𝚎 𝙻𝚊 𝙷𝚘𝚓𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora