Misión 16

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Consecuencias

El olor a quemado y sangre es familiar a sus sentidos.

Los gritos, la urgencia y todo reducido a cenizas o escombros... desde donde está, en la cima de los restos de un árbol carbonizado que tenían atrapado a ese niño problemático... Hashirama tiene un vivido recuerdo de un pasado distante.

Su rostro es cincelado, carente de emoción mientras sus ojos oscuros escanean alrededor... cuidando... siempre cuidando que no haya más enemigos... tiene un aspecto hosco al agacharse, estando en cuclillas con la espada manchada de sangre en su mano... tiene que parpadear duro para no sumergirse tanto en el flashback, para no tensarse a la defensiva como en los viejos tiempos en que los clanes estaban en guerra.

O recordar esa última batalla que lo llevo a su muerte.

Pero es que simplemente esta escena se lo recuerda.

Y luego la aparición de ese desconocido que rompió todo a su paso.

Si no estuviera capacitado, si no hubiera estado esperando lo peor como digno shinobi, todo este escenario sería algo aún más peor y extendido.

Ese hombre derribó todo.

Mirando el acero de su arma, un arma que Tobirama le regalo antes de marcharse... manchado con la sangre de ese hombre que rompió los escudos, barrió con sus defensas de madera y casi se fue sin un rasguño... Hashirama ciertamente se dejó llevar por la adrenalina de la guerra, si no hubieran huido a través de ese agujero negro... sus instintos combatientes hubieran hecho que matara en el acto.

Convertido en un asesino ante la vista de tantas personas y aquí... no sería bien visto sus acciones (aun cuando sabe mató tanto durante su vagancia después del orfanato, pero no cuentan en su mente... porque ese tipo de abominaciones no merecen vivir en un mundo relativamente pacífico, además que nadie lo ha atrapado).

Aquí no serán agradables a su resolución, a quitar la vida sin pestañear... aquí no hay shinobis, solo hay blanco y negro donde no encajaría si hubiera logrado su objetivo ante tantos testigos.

Una parte agradece que hayan escapado.

Mirando alrededor puede ver los edificios de la agencia derrumbados, con su muralla de mokuton retuvo el mayor de los daños fuera del campus... en los alrededores civiles... pero aún hay tantas astillas, ramas o troncos junto con pedazos de concreto que llovieron fuera de las paredes... Hashirama reflexiona que fácilmente ese hombre podría haber arrasado con gran parte del distrito sin resistencia si lo hubiera dejado.

Siente venir a alguien a sus espaldas.

Con sus nervios al máximo, tiene el reflejo de girarse con su espada deteniéndose a unos centímetros del cuello de la niña Mirko -Vaya, buenos instintos niña ¿de dónde sacaste esa arma?- pregunta olfateando curiosa y sin miedo, solo una sonrisa voraz digna de un Inuzuka -oh eso huele a sangre- arquea la ceja casualmente, tal vez piensa que Hashirama no la asesinaría y que solo la estaba amenazando inconscientemente.

Pero el Senju se detuvo de asesinarla al reconocerla.

Colocando su máscara alegre, el asesino brinca con preocupación al verla dañada... Mirko parece tan feliz de la batalla que es ajena al dolor (o muy tolerante)... prefiere compartir su emoción de haber sido casi aplastada por una rama entre otras experiencias desde que aterrizó en ese distrito, nada molesta por haberla dejado sola ni interesada en regañarla.

Al menos Hashirama no tiene que evitar el tema sobre la sangre en su arma, la niña Mirko en definitiva era una peculiaridad entre los héroes.

Muchos otros héroes aunque no vieron a quien apuñaló, todavía tienen los ojos abiertos de ver los muros de madera tan altos y gruesos torcidos alrededor de tantas calles... tan exactos en proteger a cada persona alrededor y si buscaran aún más... sabrían que los prisioneros que guardan igualmente fueron preservados de este ataque.

𝙻𝚊𝚜 𝚂𝚘𝚖𝚋𝚛𝚊𝚜 𝙳𝚎 𝙻𝚊 𝙷𝚘𝚓𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora