Amelia siempre ha tenido que vivir de un lado a otro.
Ser huérfana no es fácil y menos, cuando te terminan cambiando por alguien más joven. Lo que hace que aparente ser una chica fría y dura, aunque, cuando la conoces es la chica más dulce.
Ella ju...
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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈 | 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐎𝐕𝐄𝐑𝐍𝐎𝐑
Amelia Rhee.
Rick seguía sin parecer querer volver a su realidad. Papá y el abuelo habían intentado hablar con él pero era imposible.
—La leche para la bebé se está acabando. Iremos tu mamá y yo por más provisiones para ella, ¿Quieres venir?— pregunto papá llamando mi atención.
—Claro que sí.— acepte con una sonrisa.— Avísame y estaré lista.
Él asintio mientras que se iba a reunir algunas cosas para poder irnos.
Pronto sentí unos brazos rodear mi cintura y debo decir que los primeros días me asustaba mucho hasta que me fui acostumbrando a que Carl era el único que hacía eso.
—¿Como esta la dueña de mi corazón y futura madre de mis hijos?— saludo con una sonrisa. "Futura madre de mis hijos".
—Hola corazón, ¿como esta el amor de mi vida y futuro padre de mis hijos?— sonreí mientras veía como sus mejillas se tornaban rojitas.
—Yo pregunte primero mi amor, pero estoy bien, gracias por preguntar.
—Yo también lo estoy. Contigo siempre voy a estar bien.— respondi mientras le daba un pequeño beso.
—¿Que harás hoy?— pregunto mientras me peinaba un poco con sus manos mi cabello.
—Iré por provisiones para la bebé con mis papas, ¿y tú?— él suspiro y creo que ya tenía una idea de lo que iba a hacer.
—Matar a los caminantes de los alrededores junto a Mara y Jacob.— hizo una sonrisa que parecía una mueca tras mencionar al último.
Todos aquí sabíamos que Carl odiaba a Jacob tanto como Jacob odiaba a Carl.
—¿Tienes que ir? ¿No te quieres quedar?
—Carl... voy a estar bien.— sonreí. Últimamente papá no era el único que se comportaba sobreprotector conmigo, Carl también lo hacía.
Y más que sobreprotector, parecía nervioso de que algo pudiera pasarme.
—¿No puedo ir?— pregunto y veía en sus ojos una clase de nerviosismo que no lograba comprender.
—Tienes tus propias tareas, además, te prometo que me cuidare, ¿si?— le di un pequeño beso en la boca mientras veía como se ponía más serio.
