Capítulo 12.

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El murmullo de la serpiente sobre las sábanas del peliazulado era demasiado suave en comparación a los suspiros del chico que descansaba aun en la cama, llegando al fin de su descanso en cuanto algo bastante húmedo le hizo cosquillas en la nariz.

Se removió de mala manera dentro de su manta, haciéndose un ovillo para seguir durmiendo un poco más, pero no había forma de que esa pequeña molestia le dejara en paz. En cuanto abrió los ojos con pesadez, pudo ver con la vista borrosa una mancha verde que se empezaba a deslizar por su hombro al querer subir un poco más. Sonrió al lograr identificar a Hish, sacando la mano para cogerla del torso y separarla de él.

-Buenas, pequeñaja...

La serpiente siseó de nuevo tras hacerle cosquillas y sacarle una pequeña sonrisa. Dejó al reptil en el suelo antes de incorporarse en la cama con un bostezo, frotándose el ojo con cansancio. La manta que llevaba encima acababa de caerse de nuevo, y al sentir frío en los brazos observó la tela. ¿Cuando se la había puesto? No recordaba haberse dormido con ella puesta...

Quizás era su mente que le jugaba una mala pasada. En fin, daba igual.

Se levantó de la cama con un bostezo nuevo y dejó más tarde a Hish en su caja de cristal. Debería saber dónde estaba el maldito agujero para que no se escapara más, pero no le dio más importancia. Volvió a colocarse la manta sobre los hombros y empezó a caminar hacia el salón, dónde la televisión sonaba y la luz estaba encendida.

Abrió sigilosamente la puerta al comprobar que había un Minamisawa sentado en el sofá con una taza de algo humeante en sus manos y centrado en lo que emitían en un canal cualquiera. Parecía bastante tranquilo, y Kurama pudo comprobar que había hecho sus tareas con tan solo echar un rápido vistazo a su alrededor: la cocina estaba limpia y había un pequeño plato con sopa en la mesa, así que se adentró en el salón para sentarse en ella y comer en silencio.

-Que aproveche. -Dijo el peliviolado tras dar un sorbo a lo que tuviera entre sus manos.

-No te pienso dar las gracias si es lo que pretendes.

Kurama se llevó una cucharada en la boca tras decir aquello, no sin haber soplado antes.

-No quiero las gracias, tan solo quiero saber qué te ha pasado para que te picaras de ese modo.

Se tensó por aquella pregunta y sus labios formaron una fina línea que no dejaron paso a la cuchara. No quería hablar de aquello... Y menos con él. Además, ¿Cómo había sido posible sufrir un ataque de celos por alguien de quien apenas conocía? Espera. ¿Ataque de celos?

Negó con la cabeza con fuerza antes de meterse la primera cucharada de sopa en la boca. Estaba realmente rica, por lo que no tardó ni medio minuto en devorar todo su plato hasta el final.

En todo aquel periodo de tiempo, Minamisawa ya había terminado lo que llevaba en la taza, así que se levantó del sofá tras apagar la televisión y se dirigió a la cocina en completo silencio. El único sonido que retumbaba por el lugar eran sus pasos y los múltiples sorbos del chico peliazulado que intentaba saciar su hambre con aquel caldo.

En cuanto terminó su cena se levantó de la mesa para dirigirse a la cocina, dónde se encontraba el peliviolado con los brazos cruzados y ojos cerrados. Se quedó quieto en la puerta, sujetando el plato entre sus manos antes de que el mayor se lo quitara.

-Me toca a mí hacer la cocina, así que yo lo guardo. -Dijo con bastante seriedad tras dejarlo en el lavavajillas y encenderlo.

-Está bien.

Kurama se volteó para irse de la cocina y volver a su habitación. No le gustaba aquella tensión en la que estaba sumida la casa y quizás en su cuarto la dejaría de sentir ni que fuera por un momento.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora