Capítulo 11.

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*Riiiiiiiiiiiiiiing*

El timbre que daba por finalizada la clase sonó y Kurama guardó todos los libros en la mochila, dispuesto a sacar la libreta de Ciencias del Mundo. Pero por más que rebuscaba, no encontraba aquel instrumento de estudio, removiendo todo lo que tenía en la mochila hasta el punto de sacarse todo lo que llevaba dentro: los libros, las libretas, el estuche, instrumentos varios para dibujo técnico...

-Kurama-kun... eres demasiado despistado.

El nombrado alzó la cabeza para encontrarse a un Minamisawa con la cabeza ladeada y una divertida sonrisa por aquel pequeño espectáculo del que mucha gente se estaba perdiendo. Kurama apartó la mirada al ver que entre sus manos sostenía un libro de Ciencias que no era el suyo, pues no tenía parte de la portada con dibujos de múltiples lagartos y serpientes que había hecho en momentos de extremo aburrimiento.

Lo tomó y lo dejó en la mesa de su lado para empezar a guardar todo lo que había sacado. Mientras, una nueva persona vino para saludar al intruso en aquella clase.

-Bu-Buenos días...

-Hola Hayami. -Saludó Minamisawa alzando la mano y sonriente.- ¿Cómo va todo?

El pelirrojo no pudo evitar sonreír con levedad y apartar la mirada. Se ajustó las gafas, donde el reflejo de la luz no permitía mostrar sus ojos a los otros compañeros.

-Pues... Estoy bien... Muy bien, de verdad. -Se pasó un dedo por las patillas que caían al ser algo largas y no poder recogérselas, tratando de colocarlas tras su oreja.

-Eso está bien. -Asintió Minamisawa tras sentarse en la mesa de Kurama sin apenas preguntarle.

Este chasqueó la lengua de mala gana, girando la silla para darle la espalda y no mirarlo por mucho rato. Aunque a decir verdad, ya no se llevaban tan mal como antes.

Últimamente aquellos dos actuales amigos se toleraban un poco más hasta el punto de que Kurama toleraba algunas bromas suyas y Minamisawa tan solo le seguía llamando con aquellos motes tan absurdos y que le sacaban de quicio.

Durante los pocos días que habían pasado desde que lo había echado de casa no volvieron a hablar sobre aquel tema que tanto había incomodado a Kurama. Tampoco lo hicieron sobre el pequeño beso que tuvieron cuando le curó la herida de la nariz, pues no habían razones para seguir comiéndose la cabeza en aquello.

Pero las cosas que habían mejorado eran, por ejemplo, que el peliazul era algo más receptivo con él, atendiendo a sus llamadas y ayudándolo en algunas tareas cuando no sabía como se hacían mientras que el mayor le ayudaba con los deberes y cuando el menor estaba muy cansado se encargaba de cuidar a Hish, alimentándola con trozos de carne pequeños y crudos que compraba en el supermercado y cerrando la cristalera con cuidado para que no se escapara. Al principio la serpiente la amenazaba con siseos y abriendo su mandíbula, pero acabó por cogerle cierta confianza y dejar que la cuidara.

Hamano terminó por entrar en la clase, corriendo a toda velocidad hasta lanzarse a los brazos de Hayami con una gran sonrisa en el rostro.

-¡Hayaaaaaaaaaaaaaaaaami!

-¡U-Uah! -Tuvo suerte en cogerlo y no caerse al suelo de bruces con él encima.- ¡N-No hagas eso que me asustas..!

-Perdona, perdona. -Sonrió el moreno de piel antes de separarse de él con ambas manos en la nuca y una sonrisa que no cabía en su rostro.- ¡No pude evitarlo, me siento tan feliz!

Minamisawa y Kurama se miraron a los ojos ante la escena que se estaba formando frente a ellos; Hamano intentaba volver a abrazarlo de forma fallida mientras Hayami lo apartaba de forma algo efusiva mientras murmuraba algunas palabras incomprensibles entre tartamudeos y pequeños gritos. Al menos Kurama sabía que Hamano siempre había sido muy abierto pero nunca lo había visto tan emocionado con algo y de esa forma.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora