Capítulo 16.

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-¡KURAMAAAAAAAAAAA!

Hamano acababa de abalanzarse sobre el cuerpo de Kurama, el cual estaba sentado en su sitio de clase y mantenía el cuerpo inclinado hacia delante, recostado en su pupitre. Apenas se inmutó o hizo gesto alguno por el ataque energético del muchacho que empezaba a darle golpes en el hombro con empeño.

-Anda, anda, ¡Al fin te atreves a venir por estos lares! ¿Sabes lo aburridas que están las clases sin ti? Aunque no vayas conmigo, se te echaba mucho de menos.

-E-Esto... -Hayami interumpió a su amigo, tomando su mano para apartarla del peliazulado que no cambió de posición.- C-Creo que no está en su mejor momento...

-¿Eh? -Hamano puso ambos brazos en jarras y trató de bajar el rostro a la altura de la superficie lisa dónde descansaba la cabeza de Kurama, en busca de alguna señal por su parte.- ¿Y eso?

El chico de gafas blancas apartó la mirada mientras llevaba ambas manos a la altura de su pecho, nervioso por la conducta de su amigo.

Era cierto que no había venido durante una semana y todos los días iba a enfermería a preguntar por él. Pensaba que alguna cosa grave sucedía pero Marie tan solo evitaba el tema diciendo que tan solo necesitaba descansar y que ya vendría si se encontraba mejor. No quiso decirle nada a Hamano por precaución y tampoco por preocuparle, aunque muchas veces había insistido en ir a verlo a su casa. Minamisawa era el único que les ponía al corriente del estado de su amigo, pero no especificaba lo que le pasaba. Tan solo dijo que era un asunto demasiado personal y que ni él mismo sabía.

Pero eso era mentira. Y ese mismo día, el peliviolado iba a arreglar algunos asuntos con el causante de todo esto.

En cambio, era la primera vez en una semana que Kurama asistía a clases y no por voluntad propia precisamente. Minamisawa casi lo llevaba a rastras por el suelo al decirle que ya llevaba suficiente tiempo encerrado en el cubículo y que necesitaba tanto tomar el aire como recuperar el ritmo de sus estudios. Era época de exámenes y la depresión no era una buena excusa para abandonarlo todo.

A pesar de todo eso, el mal humor que definía el peliazulado no hizo acto de presencia en ningún momento durante las clases. Se mostraba ausente, con la mirada perdida en la pizarra y muchas eran las veces que se quedaba dormido en mitad de una explicación, incluso no atendió en la clase de biología, su favorita.

En cualquier caso, Hamano seguía intentando levantar el ánimo a Kurama con sus bromas absurdas.

-Vamos Kurama, debes animarte. ¿Sabes lo aburrido que resulta estar todo el día de morros? No tengo ni idea de lo que ha pasado, pero al menos levanta esa cara y sonríe... Así.

Él mismo llevó ambas manos a las comisuras de los labios ajenos, penetrando su barrera hecha con los brazos y alzándolas para forzar una sonrisa. Pero tan solo recibió un gesto de rechazo con la cabeza por parte de Kurama, el cual le dirigió por primera vez una mirada de iniferencia y quizás rechazo. A Hayami le cruzó un escalofrío por toda la columna y Hamano parpadeó ante aquella reacción.

-Molestas. -Dijo Kurama antes de volver a su posición inicial.

Hamano ladeó la cabeza a la vez que enarcaba una ceja con gesto confuso.

-¿Y eso a qué vino? Encima que me preocupo por ti, vas, y me rechazas.

-Pues no te preocupes, pero déjame en paz.

Volvió a abrir la boca para replicar pero Hayami lo detuvo, colocando una mano en su hombro que le obligó a mirarlo de reojo sin perder aquella expresión de confusión. El pelirrojo negaba con la cabeza mientras observaba de reojo al más pequeño de los tres con la cabeza hundida de nuevo entre sus brazos, perdido en sus propios pensamientos.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora