Capítulo 8.

1.1K 80 11
                                    

Los rayos de luz se colaban de forma traviesa por la ventana con la intención de despertar a Kurama, el cual se encontraba hecho un ovillo en la cama por el sueño en el que estaba sumido. Incluso parecía que no le molestaran de lo bien que estaba dormido, pero un murmullo suyo parecía negar aquel hecho. Las sábanas se arrugaron al remover sus piernas, sintiendo rápidamente un dolor bastante intenso de cintura para abajo, justamente en la zona de... de...

-¡Umph..!

Se quejó por lo bajo al ver que no podía ni removerse a gusto, volviendo a quedarse inmóvil en la cama para intentar dormirse de nuevo. Y lo logró con el inconveniente de que esta vez se volvió tan ligero que a la mínima molestia se despertaba, siendo el dolor de sus bajos el primero en aquella lista.

Con un gimoteo trató de incorporarse y frotarse dicha zona para que aliviar el dolor, pero fue un gran error por su parte. La descarga que sintió fue tan grande por el simple hecho de sentarse que tuvo que cubrirse la boca para no gritar y tratar de que no le escucharan a la vez que se dejaba caer de nuevo en la cama boca abajo para que no le doliera ni un ápice.

-¡Jo..der..! -Gimoteó, amortiguando la voz en la almohada al no tener otro lugar donde soltar nada.

Algo no iba bien, las nalgas le dolían demasiado y apenas podía moverse tranquilo. Trató de palpárselas de nuevo para buscar la fuente del dolor, y a medida que se iba acercando un saco de dudas asaltó su mente.

¿Por qué le dolía el trasero?

¿Y por qué estaba desnudo?

¿¡Qué cojones era eso pringoso que empezaba a notar a medida que se acercaba a donde más le dolía?!

Espera... ¿Qué había estado haciendo durante la noche?

Se llevó una mano a la cabeza al sentir que esta le empezaba a doler horrores, y agudos pinchazos iban clavándose en su sien como consecuencia a todas las dudas que lo abordaban a una velocidad impresionante.

Tocaba pensar lentamente y tratar de analizar lo sucedido... Empezando por los acontecimientos sucedidos el día anterior.

Si la memoria no le fallaba, había estado bebiendo con sus dos amigos y el no-tan-amigo compañero de piso. En un arrebato de furia y molestia se fue del salón para ir a su cuarto. También recordaba ligeros tambaleos, por lo que dedujo que iba ligeramente borracho... O no tan ligeramente. Qué más recordaba... La llegada a su cuarto, la entrada de Minamisawa en él, su pequeño ataque de furia y... y...

Sus mejillas empezaron a enrojecerse a medida que sus dientes se iban apretando con bastante furia. La cabeza le dolía horrores por ello, pero tenía que soportarlo si quería vislumbrar aquellos recuerdos que empezaban a asaltar su mente como una palangana llena de agua que le echaban encima para aclarar sus ideas.

Eran pequeños y difusos, pero los recordaba.

-¡MINAMISAWA! -Gritó con mucha fuerza, ignorando las punzadas de dolor que sentía por la resaca y el vocinazo pegado.

-Pero no grites, joder...

Aquella voz que tanta furia le provocaba ante el simple echo de escucharla sonaba bastante amortiguada por la distancia en que se encontraban. Se dispuso a ir hacia la fuente de aquel enfurecimiento, pero su movilidad estaba realmente limitada a causa del terrible escozor instalado entre sus nalgas.

Se las tuvo que ingeniar para vestirse. La sudadera para cubrirse el torso y -lo que faltaba para joderle- los múltiples chupetones que le había dejado por el hombro y parte del pecho fue cosa fácil. Los pantalones fue otra historia. Necesito tomarse un largo tiempo para colocárselos porque al mínimo contacto veía las estrellas de puro dolor.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora