Capítulo 13.

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Las camisetas y sudaderas que llevaban anteriormente los dos chicos yacían en el suelo desde no hacía mucho tiempo y los ruidos húmedos que creaban ambas lenguas al rozarse llenaban el espacio. Kurama se encontraba apoyado contra la pared, acorralado de nuevo por el cuerpo mayor de Minamisawa que dominaba su boca en aquel beso tan fogoso que, para el menor, le superaba. Apenas podía seguir su ritmo y tiraba de sus brazos sin mucha fuerza para indicar su falta de aire.

Minamisawa dio una última lamida a sus labios antes de separarse, relamiendo los propios.

-Kurama-kun... -Ronroneó tras apoyar la frente sobre la contraria.- Me encanta que seas tan inexperto... ~

El peliazul chasqueó la lengua, molesto por sus palabras.

-Idiota... Si tienes que reírte, ya me buscaré a alguien.

-Ah, no. -Volvió a tomar su rostro con dos dedos, ejerciendo presión sobre sus mejillas.- Quiero ser yo quien lo haga...

-Entonces date prisa... -Gimoteó con los labios que se asemejaban a los de un pez por la fuerza y el ceño fruncido.

Minamisawa volvió a reírse antes de volver a besarlo con un pequeño pico.

-Tan solo déjate llevar por mí... -Susurró con un leve roce de labios y abrazando su cintura antes de volver a besarlo de forma más pasional y profunda.

Kurama siguió aquella orden indirecta por primera vez, con los ojos cerrados con mucha fuerza. Abrazó al mayor por el cuello, rodeándolo mientras entreabría de nuevo los labios para darle paso a la lengua que tantas ganas tenía de entrar en él.

La torpeza que causaba el hecho de no haber besado nunca a nadie se reflejaba bastante en cómo se dejaba hacer por el mayor a pesar de sus ganas de reprimirse y separarse de un empujón. Pero a quién quería engañar, aquellos labios lo atraían como el oso a la miel y notar como los impregnaba con su sabor era... demasiado para él. Por alguna razón, lo derretía.

Minamisawa arrastró las manos por su morena espalda, perfilando su suave piel y músculos hasta llegar a la cintura de su pantalón. Pero no se detuvo, sino que siguió bajando y bajando hasta pasarse por sus nalgas, las cuales recibieron un apretón acompañado de una risa.

Kurama se separó bruscamente por ello, rompiendo el beso y con la cara enrojecida a más no poder.

-¡N-No hagas eso, es muy vergonzoso!

-Kurama, deja que yo te enseñe... -Insistió Minamisawa con voz extrañamente dulce, abandonando los labios para dirigir sus dientes a otro destino: el cuello del moreno.

Lo besó delicadamente, lo lamió y lo mordió. A cada cosa que hacía, Kurama jadeaba y gimoteaba, por lo que tenía que cubrirse la boca con una mano al intentar disimularlo de alguna forma. Se sentía en el cielo, y amaba aquella sensación que recorría el lugar tratado.

Las manos que aun reposaban en las nalgas cubiertas de ropa siguieron bajando lentamente hasta alcanzar los muslos. Se cerraron entorno a estos y levantó al menor del suelo sin romper el beso en ningún momento con la intención de llegar a su cama para seguir con aquella ronda de cariños que desaparecerían en breve.

Kurama seguía gimoteando por lo bajo y rodeó la espalda del más pálido con sus brazos al buscar un lugar donde aferrarse. Clavaba las uñas en ella y Minamisawa gruñó por ello a pesar de no dejar su labor. Tras una última lamida, separó la cara de su cuello para observar la cara que tenía Kurama en aquel momento: sonrojado, ojos cerrados, jadeando nervioso, tenso... Demasiado adorable. Tanto que Minamisawa tuvo que relamerse al admirar aquel cuerpo que se encontraba bajo él.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora