Capítulo 7.

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Con las voces de sus amigos y su no-amigo retumbando en la cabeza, Kurama anduvo hacia su cuarto de tal forma que parecía un pato mareado al andar. El suelo bailaba a sus pies y eso lo hizo caerse en el pasillo algunas veces hasta alcanzar su linea de meta: su habitación.

Abrió la puerta, prácticamente apoyando todo su peso en ella a la vez que refunfuñaba por lo bajo algunas maldiciones en dirección al peliviolado. Siempre picándolo, siempre sacándolo de sus casillas, siempre tocándole las narices más de lo que nadie hizo en toda su vida... Y en ese momento no era excepción.

Unos brazos rodearon su pequeño cuerpo sin aviso previo, atrayéndolo hacia un pecho que no parecía especialmente duro ni blando. Los nervios de Kurama se dispararon de nuevo, ladeando la cabeza junto a un rápido movimiento que pretendía ser un nuevo manotazo hacia el rostro que, en efecto, era del dueño de sus molestias.

Fue más rápido Minamisawa, cogiendo su mano al aire para negar con la cabeza a la vez que chasqueaba con la lengua, desaprobando aquella mala conducta.

-No, no, no... -Decía con la voz algo más aguda por culpa del alcohol.- No pienso caer dos veces en la misma trampa, Kurama-kun.~

-No... Me... Llames... ¡KURAMA-KUN!

El peliazul se soltó del agarre para propinarle una nueva patada en toda su masculinidad, pero Minamisawa fue mucho más rápido, rodeando así la cintura del menor para atraerlo de nuevo hacia él con cierta sonrisa maliciosa.

-Kurama-kun... -Dijo con voz melosa, casi como un ronroneo que le provocó al menor un escalofrío.- Quiero jugar contigo...

Quizás fue el alcohol, el momento, la situación o simplemente el ambiente, pero Kurama no hizo gesto alguno de querer apartarse al oír eso, quedándose estático durante largos segundos que necesitó para analizar sus palabras. Segundos aprovechados por Minamisawa para atacar sus labios de forma brusca, haciéndolos chocar contra los propios son miramiento alguno.

Entonces fue cuando Kurama reaccionó con un grito ahogado por la sorpresa, colocando ambas manos en sus hombros para apartarlo de aquel forzado beso. Pero no logró nada. Minamisawa había dominado su boca demasiado bien y entre su poca fuerza y la borrachera que llevaba encima no podía hacer gran cosa salvo seguir empujando hasta que le soltara o... dejarse hacer por él y rendirse.

Aunque eso no estuviera en su lista de opciones. Bueno, lo estaba, pero no le gustaba nada de nada.

La lengua del peliviolado logró profanar la boca contraria sin mucho esfuerzo por su falta de fuerzas al estar centrado en los empujes que le daba para apartarlo, en vano. Para Kurama, sentir el roce de un miembro rosado y húmedo rozar el propio fue una sensación un tanto extraña, pero no demasiado desagradable. La fuerza que ejercían sus brazos empezaron a desaparecer a la vez que, por primera vez en su vida, se rendía ante el peliviolado.

Su mente se acababa de nublar y el cosquilleo que le provocaba cada lamida a su propia lengua le invitaba a seguir aquel baile de una forma algo más torpe por culpa de su falta de experiencia que se hacía notar al lado de la experta del mayor. Incluso un pequeño hilo de saliva empezó a escurrirse labios abajo, rumbo a su barbilla y cuello.

-Hm... -Minamisawa se separó del moreno con un jadeo, dejando como única unión un hilo de saliva que no tardó en romperse en cuanto se relamió los labios para catar el rastro de aquel beso.- Parece que la culebrita sabe bien...

Culebrita... Aquel mote lo sacó de sus pensamientos y del estado en el que había entrado hacía escasos minutos, sacudiendo la cabeza antes de lanzarse al cuello para apretar la tela contraria junto a un gruñido lleno de enfado y furia por aquel beso.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora