Capítulo 4.

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-Hum...

El despertador no había sonado aun y la casa estaba hundida en un profundo silencio, salvo por el siseo de la serpiente que descansaba en su caja de cristal. Kurama abrió los ojos lentamente, apretando las sábanas con los dedos antes de incorporarse para ver la hora que era. Las 4:36.

Demasiado temprano...” Pensó para sus adentros, soltando un bostezo bastante sonoro antes de volver a tumbarse en la cama en un intento de dormirse de nuevo. Pero nada. Trató múltiples posiciones para volver a conciliar el sueño que no quería aparecer y que no funcionaron. También se cubrió con las sábanas y se deshizo de ellas. Y seguía sin poder dormir.

Entreabrió los ojos para fijar la vista al techo, como si eso fuera a distraerlo de alguna forma u otra. Incluso, a pesar de estar a oscuras, trataba de buscar algunas manchas en él o diferenciar algunas figuras, como la lámpara por ejemplo. Pero le ocurrió prácticamente lo mismo que con el sueño: Nada de nada.

Así que, con un suspiro de resignación, se alzó de la cama para sentarse en el borde y frotarse la cara para aclarar sus pensamientos y tratar de relajar el cuerpo. Quizás la causa de que no pudiera dormir estaba atada al chico que por la tarde de ese día aparecería por su casa, pero...

-Tch.

Chasqueó la lengua con desgana al pensar en ello, sacudiendo la cabeza y logrando desvelarse aun más de lo que estaba. No tenía nada que hacer en esas horas salvo dormir, y como que el sueño se había ido y no parecía tener intenciones de volver, hizo uso de sus remedios caseros para recuperar la 'calma' para dormirse. Se alzó de la cama para ir a la cocina, descalzo para no hacer mucho ruido y no despertar a su serpiente. En cuanto llegó a dicho lugar, abrió la nevera y sacó el brick de leche para beber el líquido a morro y limpiarse luego con la manga del pijama. Eso era uno de los pequeños placeres de Kurama y una de sus pocas formas de relajarse.

En cuanto terminó gran parte del contenido, guardó de nuevo el envase en la nevera para volver a su cuarto, bostezando de nuevo y con cierto detalle que pasó por alto hasta que se fijó en ese.

Al caminar rumbo a su cuarto, descubrió que la puerta de la habitación donde dormiría Minamisawa estaba abierta de par en par. Raro, pues Kurama la había cerrado tras mostrársela. Así que se dispuso a cerrarla, ignorando la razón del por qué estaba abierta hasta que un murmullo lo sacó de sus pensamientos. Un murmullo que venía de ahí dentro. Un murmullo que, de alguna forma, estremecía el cuerpo del moreno hasta ponerle la piel de gallina, cogiendo incluso frío.

Un montón de ideas cruzaron su mente que buscaba una razón de esa intromisión y de ese tipo en su casa. ¿Y si era un ladrón? No, no sería tan tonto de quedarse a dormir en su cama... ¿Y un secuestrador? Tampoco, ya se hubiera llevado su cuerpo y sería él quien estuviera dormido por a saber que sustancia mientras sus manos se mantenían atadas tras su espalda para hacer a saber el qué con su cuerpo.

Tomó aire con dificultad antes de entrar en la habitación. No había cogido nada por seguridad propia, pero ya se espabilaría como fuera al llegar al hombre que descansaba en la futura cama de su compañero. Al menos, ser delantero de un equipo de fútbol servía de algo a la hora de dar patadas con fuerza, así que de alguna forma u otra lograría defenderse y darle justamente a aquellos 'balones' que no eran precisamente de fútbol.

En cuanto llegó a la cama, pudo oír ese murmullo con mayor claridad, descubriendo que ese ruido eran los ronquidos de... Quien coño sea.

Tomando aire y respirando muy profundamente, cogió las sábanas y, al comprobar que el desconocido estaba tumbado sobre las mismas, tiró con fuerza para tirarlo al suelo, cosa que despertó al desconocido al instante al sentir el golpe con el duro suelo.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora