Capítulo 3.

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Con los papeles de las normas de la casa y los gastos que deberían compartir ambos chicos, Kurama empezó la 'entrevista' para saber si Minamisawa podía ser su compañero ideal de piso, a pesar de que eso significara que la peor tortura que pudiera sufrir en este mundo empezara.

Tomó aire antes de hablar y tenderle los papeles para que se los mirara. Y así hizo el peliviolado.

-Estos son los gastos al mes que pagaríamos los dos. -Dijo secamente y apoyando el codo en el brazo del sofá con una postura no muy educada para el bienvenido, pues estaba tumbado y con una pierna extendida que ocupaba más de la mitad del sofá.- Y hay unas cuantas normas que se deberían seguir, como la limpieza de la casa y los turnos a la hora de comprar y hacer la cena.

Aunque no lo pareciera, Minamisawa estaba atento tanto a las hojas como a sus palabras, ajeno a como se hurgaba la oreja el moreno con el meñique mientras hablaba.

-También me gustaría saber si tienes algún trabajo y si es así cuanto cobras. Es para hacer cuentas y eso.

Mientras este terminaba de rascarse el interior de la oreja, Minamisawa ya se había leído los papeles y los había dejado sobre la mesa para entrelazar sus propios dedos y cerrar los ojos de forma pensativa.

-Cobro lo suficiente como para estarme aquí todo el tiempo que quiera. Y no te gustaría saber de qué trabajo... Nada de nada.

Ante esa expresión tan seria y esa voz tan formal Kurama solamente pudo reírse a carcajada limpia por ello, como si fuera un agente supersecreto del FBI o algo por el estilo.

-¡JAJAJAJA! ¡Ni que fueras un gigoló o un superespía! -Dijo entre carcajadas y llevándose las manos al estómago para seguir riendo.

Sin embargo, Minamisawa únicamente apartó la mirada para que Kurama no viera su rostro, manteniendo el silencio y haciendo que las risas del moreno cesaran por momentos hasta quedarse exhausto y sin aire sobre el sofá, jadeando antes de darle unas cuantas patadas con el pie extendido.

-Oye tú, ahora no me digas que en realidad es eso de lo que trabajas.

Minamisawa se quedó un rato más en silencio, creando tensión en el ambiente e intriga por parte de Kurama, que frunció el ceño al no oír una respuesta a aquello.

-Oye. -Replicó antes de darle un golpe con el pie.

Pero entonces una risita surgió de los labios de Minamisawa, que se convirtió en una carcajada más fuerte que la de Kurama, el cual quedó con una expresión de completa perplejidad y desconcierto total. ¿Qué era tan gracioso?

-¡Kurama-kun piensa unas cosas muy divertidas! -Dijo como pudo entre risas, apoyándose en el respaldo del sofá con ambas manos en la tripa y riendo sin cesar.- ¿Yo? ¿Gigoló? ¿Superespía? ¡Menuda risa me está dando! -Y siguió riendo, esta vez no por el comentario, más bien por el poema en el que se había convertido su cara.

Ante aquella 'bromita' que le acababa de hacer el peliviolado la cara de Kurama ya no mostraba apenas las risas de antes, pero sí que adoptaba una expresión de tremendo enfado, mostrando incluso los dientes y, sin decir nada o hacer algo, se abalanzó sobre el otro para cogerlo del cuello de la camisa y alzar su cuerpo del sofá de tal forma que las risas cesaron y la cara del enojado Kurama ocupaban todo el plano de Minamisawa.

-Escúchame bien, imbécil. Si vas a vivir aquí, esa lengua controlada y esas bromas ni quiero oírlas. -Gruñó apretando el agarre de su camisa y haciendo que Minamisawa soltara un quejido.- Ah, y lo de Kurama-kun... Sigue así y terminaré metiéndote a Hish por el culo. Y ninguno de los dos queremos eso. ¿Me equivoco?

Otro quejido salió de la boca de Minamisawa, que había cerrado los ojos durante la reprimenda del moreno hasta que terminó, cogiendo las manos contrarias y entreabriendo un ojo para mirarle, aun con una sonrisa ladeada.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora