2. Be my guest

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No podía abrir los ojos por más que lo intentara y lo que estaba sintiendo era realmente preocupante.

Por una parte, de alguna manera sabía que su cuerpo estaba completamente desnudo y ardía en excitación, provocado por la persona que lo estaba poseyendo.

— Detente...ah...ah...ah...

Sus gemidos iban acompasados con el ritmo de las embestidas de Lan Xichen.

¿Cuándo habían empezado a hacerlo? No tenía idea, solo sentía el cuerpo ajeno encima del suyo, poseyéndolo una y otra vez. Su entrada latía ante tanta fricción y es que el tamaño del miembro de Lan Xichen era demasiado para un omega promedio, como él. Sin embargo, no mostraba ánimo de oponerse a que lo tomaran con tanto ímpetu. De hecho, sus piernas estaban abiertas y perfectamente acomodadas a los costados del Lan.

— Cheng...

— ¡No! ¡No lo hagas!

Y nuevamente sintió la mordida de Lan Xichen en su cuello, exactamente donde estaba su glándula omega. Gritó al sentir el dolor, pero eso no era todo, podía sentir también cómo en su interior se derramaba el semen caliente de ese alfa, llenándolo por completo.

¿Cómo podía disfrutar y odiar todo eso al mismo tiempo? Sin duda no lo disfrutaría si su cuerpo no se lo hubiera exigido desde esa noche, si no hubiera entrado en celo...

— ¡Cheng! ¡Despierta, Cheng! — llamó una voz que empezaba a ser odiosamente familiar.

Cheng finalmente pudo abrir los ojos. Estaba en una habitación desconocida, frente al hombre que hace solo unos minutos atrás había estado embistiéndolo como un toro salvaje.

— ¿Qué...? — apenas pudo dejar salir un poco su voz, sus labios estaban demasiado secos, al igual que su garganta.

Poco a poco fue recuperando la conciencia, o parte de ella. El Lan Xichen que estaba frente a él, mirándolo bastante preocupado, no era el mismo de sus sueños. Ese Lan Xichen estaba perfectamente vestido con ropa de cama y lo sujetaba de los hombros.

— Cheng, ¿qué sucedió? — preguntó — Te escuché gritar y vine de inmediato a verte.

Cheng, quien también llevaba ropa de cama, estaba bañado en sudor, con fiebre y bastante debilitado. Ni siquiera tenía fuerzas para avergonzarse por haber estado soñando con que ese hombre lo cogía o, mejor dicho, recordando cómo lo había cogido.

— Estás ardiendo...llamaré al doctor — dijo Lan Xichen antes de buscar su teléfono móvil.

Cheng no supo nada más, pues cayó desmayado por la fiebre. Esa fue su segunda noche en la mansión de Lan Xichen, pero no fue la primera vez que soñaría recreando el momento en el que lo habían tomado por primera vez.

A la mañana siguiente logró abrir los ojos. Estaba en la misma habitación y en su mano izquierda habían puesto la aguja de un suero. A su lado derecho, yacía un dormido Lan Xichen, semi-recostado al borde de la cama. Cheng lo observó en silencio. Realmente ese alfa tenía un rostro bastante agraciado. Sus rasgos eran afilados, pero varoniles. Sus cejas y pestañas eran lo que más resaltaban, pues su fina y delgada nariz y sus labios delgados y pequeños, apenas decoraban su perfecto rostro. ¿Cómo un hombre con ese rostro podía haberlo tratado como lo hizo cuando se conocieron? Sin duda, ese Lan Xichen era muy diferente de la bestia de sus sueños.

Cheng se removió un poco, para librarse del agarre de Lan Xichen, quien sujetaba su mano derecha. Ese acto provocó que el mayor despertara. Cheng desvió la mirada e intentó alejar su mano nuevamente, pero Lan Xichen solo afirmó su agarre.

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