Capítulo 3.

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Capítulo 3.

Martes 7 de enero del 2020. Mañana.

Metió un pie. El agua estaba caliente. Metió el otro y empezó a caminar hacía el fondo, donde su primo y sus amigos la estaban esperando. Se había entretenido a propósito tomando fotos del paisaje, de las cascadas y del grupo de muchachos que nadaban justo debajo.

—¿Está hondo? —preguntó cuándo estuvo cubierta hasta la cintura.

—Un poco. ¿No sabes nadar? —Carlos arrugó el entrecejo.

—Sí... —contestó sin mucha seguridad. Había tomado clases antes pero no le tenía mucha fe a sus habilidades para la natación. Debatió unos momentos internamente, sintiéndose observada por ellos y, después de unos segundos, decidió que no podía mostrarse patética. No era una niña.

Avanzó más y más, hasta que el agua le llegó al mentón y luego se sumergió de golpe. Dio dos grandes brazadas hacía el frente y apareció entre Lorena y Denis.

—¿Qué tal? ¿Te gusta? —quiso saber Lorena.

Leslie asintió, apartándose el cabello mojado de la cara.

—Creo que me debes una historia —le dijo.

—Para el almuerzo, ¿te parece? —respondió Lorena ladeando un poco la cabeza.

El almuerzo era, en realidad, bebidas gaseosas, galletas de sal, mango, plátanos y cualquier cosa comestible que se encontraron en el camino. Leslie presentía que eso no bastaría para llenarlos a todos.

Eran las once de la mañana. Leslie aprovechó el momento para practicar e hizo grandes brazadas a los alrededores, compitió con el resto y observó cómo Eric y Carlos jugaban a atraparse. Se portaban como niños pero, al parecer, el resto de sus amigos ya estaba acostumbrado y no les llamó mucho la atención. Aunque Lorena no pudo disimular sus miradas de desaprobación, Ivana solo se reía y Denis los ignoraba.

Además de ellos, y los pájaros que cantaban desde los arboles aledaños, no había nadie. No cerca, al menos. Quizá hubiera personas río arriba o río abajo, era imposible saberlo.

Les dio hambre después de un rato.

—¿Ya? —preguntó Leslie inquieta.

—Ya, ya. —Lorena se llevó un pedazo de plátano a la boca.

Sus amigos la miraron con curiosidad.

—¿Qué pasa? —Carlos estaba muy interesado.

—Quiere que le cuente la leyenda de las brujas.

El muchacho levantó las cejas, impresionado, y se acercó más al círculo que ellos habían formado en el agua.

Lorena se llevó el último pedazo a la boca y luego lanzó la cascara del plátano a la orilla del río. Se aclaró la garganta y habló con una voz que transportó a Leslie a otro mundo y que, por unos instantes, la hizo pensar que todo lo que contaba era real.

Esa voz quedó grabada para siempre en su mente y la acompañó hasta después de que se perdiera ella misma.

En el fondo del bosque viven tres mujeres. Tres hermosas hermanas. Tres brujas malvadas. Te atraerán con su magia y te seducirán con su belleza. Debes mantener la serenidad y resistir su encanto; ignora siempre su llamado y sigue tu camino. Desviarse es mortal. Pero, si te las encuentras, hay tres cosas que no debes hacer: uno, no les digas tu nombre; dos, no pruebes su comida; tres, no te enamores de ellas. O te devoraran.

El bosque de las brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora