Capítulo 20

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Miércoles 12 de febrero del 2020. Mañana.

Hizo muchas preguntas el resto del día, pero no obtuvo ningún tipo de respuestas y acabó por rendirse cuando se dio cuenta que solo estaba desperdiciando la valiosa energía que necesitaría para continuar con el recorrido. Encontró muchas cosas interesantes en el bosque, pero estaba segura de que las habría disfrutado más si no estuviera tan cansada.

Emprendieron el complicado camino de regreso varias horas después, cuando el día se convirtió en noche y una débil llovizna empezó a caer sobre sus cabezas. Para cuando llegaron al frente de la puerta, ambas estaban empapadas de pies a cabeza. Leslie incluso tiritaba de frío.

Venus abrió la puerta y Leslie se deslizó por el hueco. Estaba agotada y hambrienta, y no sabía si le era más apetecible comer o irse a dormir.

Fue Adara, que asomaba la cara desde arriba de la escalera, quién tomó la decisión.

—Vayan a cambiarse y vengan a comer luego —dijo ella mientras bajaba por los escalones—. Pensé que no vendrían esta noche.

Venus bufó.

—No tenía la intención de regresar, pero ella está a punto de desmayarse.

—No es cierto —replicó Leslie mientras se abrazaba—. No ha sido nada.

—No ha sido nada, ¿eh? —repitió Venus con malicia—. Entonces, ¿podrías hacerlo una segunda vez?

Su labio inferior tembló, pero su voz fue firme.

—Claro que sí.

Adara suspiró.

Jueves 13 de febrero del 2020. Tarde.

Vio, con muchísima claridad, a los labios de Carina curvarse cuando se apareció bajo el marco de la puerta de su habitación. Leslie le sonrió de vuelta, sin muchos ánimos. Empezaba a experimentar las consecuencias de su aventura del día anterior: las piernas le dolían y pesaban como si estuvieran hechas de concreto, además de sentir un cansancio anormal.

Caminó hacia la mesa con lentitud, sabiendo que los ojos de Carina la estudiaban con mucha atención. Se sentó en la silla de siempre, colocó los brazos sobre la mesa y dejó caer su cabeza allí.

Apenas había despertado hace una hora y regresaba de almorzar. No vio a Venus por ningún lugar, pero estaba segura de que se encontraba en su habitación, le pareció haber escuchado pasos saliendo de allí. Ya era de tarde y no se le ocurrió otra cosa que hacer, para evitar a Adara, que visitar a Carina. Aunque eso bien podría haber sido una verdad a medias.

La realidad era que seguía igual —o incluso más— interesada en el significado de las palabras que Venus le había dicho que, pensó, quizá podría conseguir alguna respuesta de Carina. Era demasiado optimista pensar que ella le diría algo, lo sabía, pero iba a intentarlo de todas formas. De esa manera no tendría nada que reprocharse luego.

—Estás viva —dijo ella de repente, con un ligero tono de alegría en la voz. Leslie la miró.

—Parece sorprenderte.

—Lo estoy —admitió Carina—. Hicieron mucho ruido al irse, ya me dirás. Y luego tú, sabiendo que ibas a caminar por el resto del día, diciendo que te irías sin desayunar. Caíste en su juego demasiado pronto, era la receta del desastre, ¡claro que me sorprende que sigas viva! ¿Qué te hizo comer ella? ¿Gusanos? Cuéntame.

Así lo hizo. Estuvo hablando sin parar por casi veinte minutos, Carina la escuchaba con mucha atención. Cuando terminó, ella parecía más impresionada que antes.

El bosque de las brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora