Capítulo 4.
Martes 7 de enero del 2020.
Las miradas angustiosas la siguieron por todo el camino de regreso pero Leslie las ignoró con toda la diplomacia que consiguió reunir. Las piernas le temblaban y su corazón latía furioso. Estaba aterrada por las posibles consecuencias de lo que había visto. ¿Y si la mujer vivía allí? ¿Y si contaba la historia? ¿Y si quedaba marcada de por vida en el pueblo? ¿Y si la gente empezaba a susurrar a sus espaldas o mirarla raro?
Tragó saliva y cruzó la puerta de la casa sin despedirse de los amigos de Eric. La tía Mariana estaba en la sala, viendo la televisión, le sonrió cuando la vio entrar.
—¿Qué tal el paseo?
Leslie contestó haciendo gestos con las manos, sin atreverse a abrir la boca porque sentía que algo quería salir de ella. Dejó caer su mochila en el mueble, pasó por delante de su confundida tía Mariana y fue al baño. Abrió la puerta y se dejó caer en la taza.
Vomitó.
—No sabía que eras así, prima.
—Cállate.
—No, escucha: si hubiera sabido que eras así de mala copa te habría llevado tu juguito aparte para que no te haga mal. ¡Y eso que no hemos tomado tanto, solo una botella de ron! Ya vas a ver cuándo tomemos de verdad, ni te vas a acordar de lo que hiciste.
Leslie cerró los ojos y apoyó la espalda contra la pared. Estaba lloviendo fuera, apenas una garúa pero el sonido que hacía el agua al caer contra la calamina era precioso. Le habría gustado estar durmiendo, pero Eric no se resistió a la tentación de visitarla para burlarse del pequeño espectáculo que había montado en el baño. Ahora su primo estaba balanceándose en la silla de madera mientras examinaba los cuadernos y libros que estaban en el escritorio.
—Hace tiempo que no bebo —se excusó Leslie en un intento de salvar su atropellada dignidad—, por eso me pegó feo hoy. Solo fue un desliz.
—Ya, ya, ya. —Eric no levantó la vista del cuaderno que estaba leyendo—. Ya no intentes arreglarla porque la prueba está abajo y todos la vimos.
El estómago de Leslie se estrujó y una desalentadora posibilidad cruzó por su mente.
—¿Tú crees que le cuenten...?
—¿Mi mamá a mis tíos? —completó Eric con una sonrisa malévola en los labios—. ¡No, ni hablar! Ella no es así. Además ya estás grande, no es como si fueras una quinceañera. Seguro se está riendo de lo mala copa que eres.
Eso era mejor que recibir un regaño de sus padres, pensó Leslie, pero aún le avergonzaba haber vomitado en baño ajeno y que su tía no le hubiera dejado limpiar su desastre. No sabía con qué cara verla.
—Me duele la cabeza —dijo Eric devolviendo el cuaderno a la pila de la que lo sacó—. Franco siempre ha sido el genio de las matemáticas. Bueno, ¿me vas a decir que viste que te asustó tanto?
El recuerdo agridulce volvió a la mente de Leslie. Tragó saliva ruidosamente mientras su primo acercaba la silla a la cama.
—Dime, dime —insistió Eric con el rostro resplandeciente de curiosidad.
Leslie lo pensó por unos segundos intentando decidirse entre hacerlo o no. Por un lado necesitaba contarle a alguien lo que vio y por el otro no, tenía miedo de que su primo conociera a la mujer y se burlara de ella por ser descubierta. Miró los ojos brillantes de Eric por unos segundos y se resignó, sabía que su primo no la dejaría en paz hasta que supiera la verdad.
ESTÁS LEYENDO
El bosque de las brujas
Mystery / Thriller🏆| Ganadora de los premios Wattys 2021. Leslie Valera ha regresado al pueblo de Los Limos después de diez años, decidida a aprovechar las vacaciones de verano y divertirse en compañía de su primo. Sin embargo, sus días de ocio son frustrados por la...