Capítulo 13

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Lunes 20 de enero del 2020. Noche.

Adara acercó sus labios para depositar un corto beso en su mejilla, lo que la hizo estremecerse de pies a cabeza. Luego acarició con ternura el lugar en el que la había besado y se levantó de golpe, sacudió el polvo de su vestido y fue hasta la puerta. Desapareció sin decir nada.

Estaba sola en la habitación que ahora se sentía inmensa y aterradora, como si algo fuera a emerger de la oscuridad para atacarla. Leslie arrastró sus temblorosas piernas hacia su pecho y las abrazó con fuerza. Escondió la cabeza entre sus rodillas y dejó que las lágrimas escaparan de sus ojos.

Lloró por horas, de miedo, horror y rabia. Lloró hasta que se quedó sin lágrimas, hasta que le ardieron los ojos y se le nubló la vista. Sabía que no tenía salvación, sabía que estaba condenada como muchos otros antes que ella, sabía que salir de allí con vida sería una hazaña imposible y, sin embargo, se negó a darse por vencida.

Limpió sus ojos con el dorso de la mano, hizo un esfuerzo descomunal para detener los temblores de su cuerpo y normalizar su agitada respiración. Solo se escuchaba el silencio y eso no la tranquilizaba en lo absoluto, volvía a sentir que la miraban desde la oscuridad aunque ella sabía que no había nadie cerca. Nadie visible, al menos.

Sujetó el colchón con una mano y se apoyó en él para subir, significó toda una hazaña conseguir que sus entumecidas piernas la obedecieran. Leslie se acercó, arrastrando los pies hacia la ventana, y contempló el paisaje. El cielo estaba cubierto de brillantes estrellas que iluminaban el pacifico bosque, no había viento que azotara las ramas y no se escuchaba más que el lejano ulular de una lechuza.

Tragó saliva y se agachó para atar los cordones de sus zapatillas. Aguzó el oído, esperando escuchar otra cosa que el atronador silencio de la casa, pero no oyó ningún ruido, parecía que todas estaban durmiendo.

Era su oportunidad de escapar.

Se armó de valor, caminó hacía la puerta y la abrió de un tirón. Ni siquiera se preocupó por asegurarse de que no hubiera nadie en el pasillo y salió disparada.

Resbaló por las escaleras y cayó como un gato sobre el piso de madera, se levantó enseguida, sin preocuparse por sus adoloridas extremidades, cruzó la sala dando grandes zancadas y abrió la puerta de entrada.

Leslie no se lo pensó dos veces y salió corriendo en dirección al bosque, no miró hacia atrás ni se detuvo a asegurarse de que nadie la estuviera siguiendo, lo único que quería era alejarse de esa casa y de las tres hermanas que allí vivían.

No tardó en adentrarse en el bosque. La luz de las estrellas la ayudaba en su huida, iluminando el camino para que Leslie esquivara los árboles y demás obstáculos que le ponía el bosque. Corrió sin descanso por lo que le parecieron horas, corrió tan rápido como pudo, corrió con la mente en blanco, corrió hasta que sus piernas se quedaron se doblaron y Leslie cayó a gatas en las faldas de un árbol gigante.

Se lastimó las manos y rodillas con las piedras y espinas que estaban regadas por la tierra, pero no pudo hacer nada para levantarse y su cuerpo no demoró en ceder al cansancio.

Había descubierto más cosas de las que debería esa noche. Las brujas del bosque eran reales, realmente habían sido ellas las que desaparecían a la gente y su primo lo sabía hace tiempo. Eric estaba al tanto de todo, ¿por qué no dijo ninguna palabra? ¿Por qué guardó el secreto sabiendo que mucha gente saldría herida? ¿Por qué ocultó su existencia? ¿Por qué no le advirtió a ella, Leslie, que debía tener cuidado?

Te atraerán con su magia y te seducirán con su belleza.

Las palabras de Lorena resonaron en su agotada cabeza trayendo consigo la respuesta a su pregunta. Entonces Leslie recordó que su primo si le había advertido sobre los peligros en el bosque, pero ella había sido demasiado necia para escucharlo. Si Eric le hubiera dicho antes que las brujas eran reales Leslie se habría reído en su cara, sin embargo ahora...

El bosque de las brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora