Miércoles 11 de marzo del 2020.
Fue una sorpresa regresar a casa y descubrir que Adara las esperaba para darles de comer. Leslie no se quejó, se estaba muriendo de hambre, pero no pudo evitar encontrar el gesto desconcertante. No es que Adara se hubiera portado grosera con ella o Venus, pero era cierto que trataba de evitarlas siempre que tenía la oportunidad.
Se sentó en el asiento de siempre, aun dudando, y Venus ocupo el otro. No pudo evitar mirarla, completamente embobada.
Era en esas ocasiones en las que la realidad la asaltaba y hacía que se preguntara cuanto tiempo más duraría su felicidad. Nunca había sido especialmente afortunada, por lo general las cosas demasiado buenas que le habían ocurrido en la vida precedían, casi siempre, a desgracias. ¿Volvería a llevarse una desilusión o, por el contrario, las cosas acabarían bien en esa ocasión?
Agitó la cabeza, como si de esa forma pudiera apartar esas ideas de su mente. Venus le lanzó una mirada de extrañeza y Leslie le sonrió, avergonzada. Venus le devolvió la sonrisa y esos pensamientos se esfumaron en el aire. Eso era lo bueno: nunca conseguían asentarse en su cabeza.
—¿Te pasa algo? —preguntó Adara, preocupada, mientras depositaba el plato de comida en su delante.
—No, no es nada —la tranquilizó Leslie.
Adara se sentó en el último asiento disponible y sostuvo sus mejillas con sus manos. Leslie tomó la cuchara y empezó a comer, el sonido de otro cubierto sobre un plato le informó que Venus también estaba comiendo.
—Vi a Eric hace unos días.
Leslie casi se atragantó con la carne que tenía en la boca.
—¿A Eric? ¿En serio? ¿Cómo esta él? —preguntó apresuradamente.
—Muy bien —contestó Adara con una sonrisa—. Está desesperado por verte, muy ansioso. Le dije que estarías con él pronto.
Trató de mostrarse contenta por la noticia, pero le fue imposible cuando una desagradable sensación se había anidado en su pecho. Miró a Venus y la descubrió con la cabeza gacha, llevándose a la boca la cuchara. Parecía que ella estaba ignorando a propósito la conversación.
—También quiero verlo —dijo Leslie con una media sonrisa. No estaba mintiendo, por supuesto, quería reencontrarse con su primo y el resto de su familia, pero no podía evitar pensar en lo que eso significaba.
—Lo harás pronto, tal como te lo prometí. ¿Recuerdas?
Asintió sin mirarla y continúo devorando la comida que estaba en su plato. El hambre se había esfumado, pero quería hacer algo solo para evitar tener que seguir mirando a Adara.
Venus, como siempre, fue la primera en terminar de comer e irse de la cocina. Leslie tenía la intención de seguirla, pero su cerebro le advirtió que no era la mejor idea. Así que, cuando terminó y agradeció a Adara por la comida, subió al segundo piso y se escabulló por la puerta semiabierta de la habitación de Carina.
Ella, parada en frente del ropero, se giró para verla. No se mostró especialmente sorprendida de verla allí.
—Te ves horrible, ¿no has tenido una buena noche? —preguntó.
Leslie no le respondió y fue a sentarse encima de su cama.
—¿Pasó algo?
—No, no te preocupes —murmuró Leslie. Su voz no fue nada convincente, pero le alegró que Carina no quisiera insistir.
—Bien, cámbiate, entonces —dijo ella mientras tomaba su propia ropa y se la lanzaba a Leslie—. Nunca entenderé porque te gusta vestir harapos.
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El bosque de las brujas
Mystery / Thriller🏆| Ganadora de los premios Wattys 2021. Leslie Valera ha regresado al pueblo de Los Limos después de diez años, decidida a aprovechar las vacaciones de verano y divertirse en compañía de su primo. Sin embargo, sus días de ocio son frustrados por la...