Nine

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Bajo el cielo azúl brillante y los rayos abrazadores de sol, la frondosa selva tropical resplandecía en un verde oscuro y vibrante

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Bajo el cielo azúl brillante y los rayos abrazadores de sol, la frondosa selva tropical resplandecía en un verde oscuro y vibrante. Exactamente a unos cien metros de distancia cerca de los alrededores del Clan Ryomen, unos cambia formas de panteras negras rodeaban con un aura amenazante a dos omegas desconcertados, por la alarmante situación en que se encontraban envueltos.

"Esto...¿qué demonios?", pensó Megumi.

A su vez, se maldijo a sí mismo por la paralización que impedía mover cualquier extremidad de su cuerpo debido a la sorpresa y al temor que guardaba, por la tragedia que podría suceder sí actuaba sin pensar.

—Estoy seguro de que aún seguimos en el territorio de Sukuna, ¿cierto?—.

Megumi preguntó en un bajo susurro a la mujer que se aferraba a su brazo, para evitar ser escuchado por los agudos sentidos de las panteras.

—Sí—.

La voz de la mujer tembló notablemente, cuando afirmó aquella pregunta.

Con dicha afirmativa, Megumi empezó atar cabos sueltos en su mente y como supuso, la distancia que los omegas recorrieron había sido de unos pocos metros lejos de la tribu de tigres. Así que, es imposible que hayan cruzado una frontera limitante con otro clan vecino, siendo que el territorio de Sukuna es inmensamente enorme, abarcando un terreno de miles de kilómetros y hectáreas.

Por lo tanto, esa emboscada realizada por aquellas panteras desconocidas, solo significaba que son invasores. Igualmente, eran la misma sombra negra escurridiza que aparecieron de forma extraña en aquel manantial.

En los cortos minutos que restaban antes de que sus vidas probablemente sean masacradas, Megumi ideó maneras descabelladas para intentar salir ilesos de aquellas circunstancias. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la repentina aparición de un hombre de cabellos celestes, y con un rostro repleto de cicatrices marcadas en esa piel amarillenta.

Al igual que las panteras negras, el hombre emergió de entre los árboles caminando lentamente y portando una actitud despreocupada, al mismo tiempo, dibujó en su desfigurado rostro una horrible sonrisa cínica y sádica, reflejando en aquellos orbes bicolores una aterradora psicopatía.

—¡Que bien!, cayeron en la trampa—.

El extraño hombre se burló descaradamente, mientras que detenía su andar a unos pocos pasos fuera del círculo que crearon las panteras para acechar en la espera de una orden.

El tipo observó con una sonrisa cargada de gracia a las dos personas que se encontraban encerradas, estando lleno de diversión cuando se percató de que la mujer temblaba notoriamente asustada. Por el contrario, el chico bonito de cabellos azabaches regresaba la mirada con unos ojos azúl oscuro desafiantes.

SAVAGE EYES (SukuFushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora