Eighteen

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Gracias a los nervios Megumi jugueteaba con sus dedos inquietamente, mientras que su pie derecho se movía intranquilo contra el suelo y soltaba suspiros pesados cada minuto que transcurría

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Gracias a los nervios Megumi jugueteaba con sus dedos inquietamente, mientras que su pie derecho se movía intranquilo contra el suelo y soltaba suspiros pesados cada minuto que transcurría.

Afortunadamente, todos habían llegado sin ningún problema al Clan Ryomen y los súbditos cumplieron con la tarea de trasladar a Sukuna rápidamente, a los aposentos donde éste habitaba para luego intervenirlo y hacer el mejor esfuerzo en tratar de sanarlo como correspondía. En aquel momento, el azabache se encontraba junto a su padre en la primera planta de la vivienda esperando impacientemente por nuevas noticias sobre el estado de su alfa, quien era atendido en la habitación principal.

Megumi maldijo incontables veces la condenada espera que estaba siendo excesivamente larga, teniendo en cuenta que la única noticia que había recibido durante esas horas, era que los curanderos forzaron la transformación de Sukuna para que éste cambiara el cuerpo animal; de esa forma podrían practicar cualquier procedimiento quirúrgico en el alfa tigre sin ninguna limitación.

Deberías tomar asiento y beber el té medicinal que trajeron, Megumi—.

Toji expresó con seriedad al observar como el azabache paseaba intranquilo de un lado a otro por toda la sala, al mismo tiempo que se mordía los labios hasta el punto de romperlos.

No quiero—.

Megumi se negó mientras cruzaba los brazos por encima de su pecho y detuvo sus movimientos inquietos para dirigir una mirada repleta de irritación, al hombre que se encontraba sentado en el sillón de la sala.

Obedece Megumi, tienes que descansar e intentar calmarte porque ni siquiera has dejado que los curanderos sanen adecuadamente tus heridas y a ese paso tu salud podría empeorar—.

Toji recriminó con enojo y se levantó del asiento para acercar sus pasos hacia el azabache con la intención de sujetar los hombros de éste y sentarlo en el sillón. Sin embargo, antes de que eso sucediera, Megumi apartó con brusquedad las manos de Toji y evitó la cercanía de ambos.

Estoy mal, papá. ¡Jamás entenderás la angustia que carcome mi piel y el miedo que siento de que alguien salga por esa puerta para informarme que Sukuna está muerto!—.

Megumi exclamó con rabia y con un nudo en la garganta gracias a la impotencia que sentía su corazón. El hecho de que fuera incapaz de hacer algo que ayudara a su alfa, provocaba un inmenso resentimiento hacia sí mismo debido a que se consideraba un inútil en aquellas circunstancias; sin duda alguna, odiaba quedarse de brazos cruzados mientras que Sukuna batallaba entre la vida y la muerte.

Las heridas físicas de mi cuerpo no tienen ninguna comparación a las heridas irreparables de mi corazón ¡el dolor que siento a través de mi vínculo con Sukuna es un infierno y me está matando!—.

SAVAGE EYES (SukuFushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora