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El joven edgy se levantó con unas náuseas enormes, estaba en una extraña habitación, todo se veía casero pero algo ahí daba una vibra a hospital inquietante, el joven intentó levantarse perdiendo el equilibrio de inmediato y cayendo al suelo, tras el fuerte impacto la puerta de madera se abrió rechinando un poco, Edgar se tranquilizó al ver a Byron entrar.

El vendedor siniestro lo cargó de regreso a su cama, –Señor Byron, ¿me podría decir cómo llegué aquí?–, la duda de Edgar era sincera según su mirada desorientada, Byron estaba aliviado, –Primero Edgar, no me llames señor, me haces sentir como un abuelo, y segundo, fuiste brutalmente envenenado desde hace ya dos días y ahora estoy luchando por ti...es decir para que te mejores–, Byron se mordió la lengua.

La piel de Edgar se erizo al escuchar la voz del sanador, algo en su acento y tono de voz siempre lo inquietaba, –Gracias Byron, de verdad espero no causarte molestias–, el joven era realmente grosero y desinteresado pero por alguna razón no se atrevería a ser grosero con Byron, quizá sea respeto, o talvez solo era que ambos habían llegado ahí casi a la vez, o probablemente solo era miedo.

Byron cumplió con su deber al darle a Edgar la dosis de su antiveneos más lento de todos, –Todo listo Edgar, eres un maravilloso paciente, por eso pídeme lo que quieras para comer–, Byron se retiró un par de guantes de látex viendo como su joven paciente se volvía a colocar la camisa, –¿Lo qué sea?–, pregunto Edgar para confirmar la amabilidad de Byron, –Por supuesto que si–, Byron le dio la espalda mordiéndose el labio mientras guardaba en su memoria la imagen del torso delgado de Edgar en su memoria.

Oh torpe de ti Edgar, ¿cómo podrías sentirte intimidado por un pueblerino tan simpático como Byron?, seguro la parte de vendedor siniestro era solo una tontería, es un maravilloso hombre, ¿cierto?

Byron había llegado a la maravillosa repostería de su amiga Piper, Edgar quería algo dulce y no hay nada mejor que los explosivos postres de esa joven, Piper se encontraba abrazando la cabeza de su pareja, –Oh querido no quiero que vuelvas a patrullar de noche, ni siquiera es tu responsabilidad y mira como quedaste, ese sheriff se las verá conmigo si se atreve a pedirte tal favor de nuevo–, el robot apenas y tenía oportunidad de responder algo, esa chica podía hablar por horas.

Por más que a Byron le hubiese gustado charlar un poco para agradecer a Piper por hacerle compañía la noche del atentado simplemente debía comprar el postre de Edgar y salir de ahí, pudo ser un camino corto y silencioso pero fue interrumpido por la compañera del joven edgy, –Señor Byron, dígame, ¿cómo está Edgar?–, era tan extraño verla actuando de esa manera tan seria y preocupada, si bien Byron la consideraba casi una hija, no pudo evitar sentir una punzada de ira al ver el interés, –Él está mejor pero aún no está bien, así que si me disculpas debo volver para revisarlo–, y con un alegre tono de voz falso y sin esperar respuesta de la chica, Byron siguió su camino.

Edgar se sentía realmente mal, los síntomas del veneno estaban reducidos gracias a Byron pero no lo suficiente para dar más de tres pasos sin caer por los mareos, el joven realmente temía por su vida y ver al curandero luchando por el lo hacía sentir confianza, como si Byron tuviera alguna especie de aura protectora donde nada malo le pasaría, Edgar sacudió su cabeza varias veces, no le gustaba el rumbo que sus ideas estaban tomando, necesitaba descansar.

El ruido de la puerta delantera hizo que Edgar diera un pequeño salto, como si Byron fuese a saber lo que pensaba en cuanto lo viera, –Ya volví Edgar~–, el pueblerino canto un poco sus palabras, en su voz se sentía ese tono cariñoso, como el de un doctor que ayuda a un niño a no sentir miedo, aunque nunca lo admitiría, Edgar se sentía un niño y le gustaba, –Bienvenido a casa Byron–, el joven hizo el esfuerzo por hacer una sonrisa agradable, realmente no era su estilo.

Ambos comieron los postres que el sanador había conseguido, no tenían mucho sabor pues Edgar podría volver el estómago en cualquier momento, –Tu...novia ha estado preocupada–, Byron mencionó con la intención de confirmar si Colette tenía algo que ver con Edgar, –No tengo novia, quizá te refieres a Colette, ella solo es una compañera del trabajo, quizá una amiga–, respondió Edgar, no es que Colette no fuera atractiva, simplemente era muy molesta en el trabajo y además no estaba permitido el romance de trabajo.

Byron se sintió satisfecho con las palabras de Edgar, dos cosas tenía confirmadas, el chico no tenía alguna relación y parecía confiar ciegamente en su sanador, era un joven sencillo de leer, con cualquier persona era un completo grosero y ahora hablaba con él como si fuera otra persona, Edgar era ingenuo a como cambiaba su actitud con Byron, después de todo, no podía ser cortante con el hombre que se había tomado la molestia de salvarlo del veneno...

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Es más corto de lo que me gustaría pero creo que me gustaría avanzar lentamente en la historia, quisiera agregar un romance a todos los integrantes del trío del pueblo pero no se me ocurre alguna pareja para Barley y no conozco sus ships así que lo pensaré.

[Kalmia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora