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Byron ayudó a Edgar a recostarse, no se lo diría pero el hecho de que pudiese llegar a caminar tanto era símbolo de mejora lo cual acababa de matar cualquier culpa de Byron, el sanador acarició el cabello de Edgar para darse la vuelta con la intención de dejarlo descansar antes de la dosis de antídoto pero Edgar se aferró a su manga, –Señor Byron...gracias–, realmente era alguien diferente cuando no cargaba con su actitud pesimista.

Edgar quería decir algo más pero alguien llamó a la puerta, –Descansa, prepararé tu antídoto y algo de comer–, Byron salió de la habitación con el corazón en la garganta, tomó un segundo para recuperar la compostura y abrió la puerta, Pam estaba ahí, y al parecer llevaba un contenedor con ella, –Buen día Byron, tengo algo para ti–.

Byron invitó a la mujer a pasar y ella directamente dio una explicación, –Escucha Byron, he estado pensando mucho en ese pobre chico, esta en plena juventud y los adultos jóvenes necesitan estar fuera disfrutando su mejor momento, recordé que dijiste que para fabricar un antídoto más rápido necesitabas el veneno, pero esa flor de montaña no es fácil de conseguir, bueno, yo misma fui al hotel del pingüino cascarrabias para buscarla por los alrededores y lo logré!, así estamos más seguros del tratamiento de Edgar y...–.

Byron la detuvo con un ruido de molestia, –Acaso intentas decirme que no confiaban en mi método y por eso buscaron la flor!?, para tu información mis métodos tienen más estudios y pruebas que un montón de chatarra o una guitarra vieja, gracias por las muestras pero creo que es mejor que se vaya, la llamaré si la necesito–, la mujer no dijo nada más, conocía el carácter de Byron y sabía que irse era lo mejor, aún si su intención nunca había sido dudar de sus habilidades.

Byron conservó la planta pero su ego estaba realmente dañado, él era un buen curandero que nunca les dio señales de lo contrario, de no ser por el muchos ni siquiera podrían usar sus "trucos" para salir vivos de ciertas situaciones, quería sanar a Edgar pero quería ser él quien lo lograra, y no una mecánica o un músico de pacotilla, Edgar había oído sin querer la conversación y aunque le pareció extraño, sabía lo que se sentía que alguien no confiara en él.

Inseguro de sus actos Edgar poso la mano en el hombro de Byron quien se giró de inmediato, –Yo confío en usted Byron, quiero ser sanado por usted–, el joven enrojecido por sus palabras no sabía que más decir o hacer, pero no hizo falta, los brazos del mayor lo acogieron en un cálido abrazo, –Gracias  Edgar, prometo que no te decepcionare–, Byron susurraba al oído de Edgar lo que erizaba la piel del joven gótico.

En ese momento el más simple contacto con Byron parecía un pecado para Edgar, su mente divagando mientras entre el abrazo trataba de sentir el cuerpo cálido del mayor imaginando cómo era bajo el chaleco que siempre usaba, era el mismo joven quien hacía de un momento tan inocente algo pecaminoso, Byron lo sabía, ni siquiera trataba de fingir que no, las manos de Edgar pasaban por sus brazos hasta sus hombros y espalda, pero no diría nada, sabía que lo que dijera podría ser indebido y asustar al chico.

Pero un abrazo demasiado largo se vuelve incómodo y decidieron acabar con ello, el fleco de Edgar estaba por todo su rostro cubriendo lo avergonzado que estaba, mientras Byron ignoraba la situación acomodando su corbata para evitar pensar en la sensación de ambos cuerpos unidos, después de todo el cuerpo es traicionero y con un mínimo descuido la reacción sería visible.

El mayor estaba por decir una escusa para cortar con el momento cuando fuertes gotas de agua golpearon la ventana cercana, –Deberías abrigarte Edgar, esta casa no es muy cálida durante las lluvias–, y con eso se retiró, "se preocupa por mi", era el único pensamiento de Edgar, era inevitable, el pobre estaba a merced del sanador, pero no había forma de decirlo, era obvio que Byron nunca lo tendría en cuenta, solo es un torpe joven con mal genio...

[Kalmia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora