Engaños

31 0 0
                                    


-Esmee...

—¿Justo él, Keren? De todos los chicos que se babosean por vos, ¿justo él?

—Esmee, no es lo que piensas, jamás hice nada...

—Callate, me das asco.

Su rostro no se inmutó al verme llorar delante suya, seguió compartiendo una mirada asesina sin sutilezas y continuó diciendo:

—No importa cuánto te disfraces de buena, tu sangre está maldita. No eres de la luz, no perteneces.

—¿Que dices?... — sus palabras eran cómo un puñal sobre mi carne, me faltaba el habla.

—Todos terminan mal para aquellos que estuvieron contigo, ¡Eres de la oscuridad! Siempre lo has sido. Por ti, Darian y Aleccia ya no están, como Simon también.

—Detente, Esmee...por favor.

—Matate— en su mano me extendió el arma, y noté que era el mismo que acabó con mi vida. Lo supe por su calibre— ¿Te resulta familiar?

—¿fuiste tú?

Ella sonrió.

—¿Porqué? ¿Por Simon?

—Eres muy estúpida, Keren. Siempre queriendo toda la atención, una niña. Pensé que eras inteligente.

Ella observó mi confusión y se burló.

—Bien, como no lo sabes. Te lo diré y te matarás con esta arma de fuego, morirás como debiste. ¿Conoces a tu padre, Ker?

Mí piel se erizó ante el parálisis al escucharlo mencionar.

—Simon siempre fue su fiel servidor, él te usaba para que te acercaras más a tu padre, cómo yo lo hice.

—¿A qué te refieres? ¿Acercarme a mí padre?

—Tan boba estabas, pensando que él era tu amigo y te enseñaba cosas—se ríe — Tu papi llegará en unos minutos, pero aquí te doy otra alternativa, te matas tú misma o tu papito se encarga de hacerlo. ¿Ves? Tan mala amiga no soy después de todo.

—¿Porqué él quiere matarme? ¿Que es lo que ganas con esto, Esmee?

—¿Cómo te digo esto? Se agrandó tu dulce familia, soy la novia de tu papi.

Mis entrañas se sintieron contraídas, junto con el sentir de las náuseas, todo mi cuerpo temblaba y no dudo que mi color me haya abandonado también.

Tomé el arma que me ofrecía y le apunté.

—¿Crees que ganarías si me matas? Los hermanos de la luz tendrán pruebas de que eres una traidora al matar a los tuyos. Sé una buena niña, Ker.

—Es cierto, ella no puede— se escuchó detrás de mí, volteé rápidamente la mirada— pero yo sí puedo hacerlo.

Su aparición repentina e inesperada bajo su imponente espíritu me envolvió en una sensación de estar a salvo.

—¡Oh, Simon! Justo de ti estábamos hablando— dijo Esmee— ¿Porqué no le cuentas de tu amistad con el Señor Garden?

La expresión y mirada de Simon era inmaculada, ni un poco sorpresivo, era como si no le interesara de lo que estábamos hablando.¿Y que hacía aquí? ¿Cómo es posible?.

—Cuando dije que no confiaras en nadie, me refería a ella, pero siempre me llevaste la contraria, no viste que buscaba hacerte bien—se aproximó a mí y tomó del arma que estuvo en mis manos, sacando de ella las balas y dejando sólo una— y aún lo hago.

Apuntó sin más para decir, sin ningún arrepentimiento o uso de razón.

Caí al suelo.

Veía a Simon besando a Esmee.

No podía explicar mi confusión en ése momento ¿pero que más daba? La vida misma te engaña y le encanta traicionarte tantas veces pueda, porque la vida quiere que vivas muerta para que ella sea la única viva, la más astuta y la más cruel.

Observé casi sin aliento, mis párpados comenzaban a deslizar su cierre en cámara lenta.

Esmee cayó al suelo también.

Y lo último que pude escuchar fue el sonido de la alarma por todo el castillo.

[...]

Tomé rápido el antídoto del veneno, y limpié mis labios para que no volviese a pasar.

—Traidor...— emitió Esmee desde el suelo a poco tiempo de morir horriblemente.

Esmee comenzaba a sentir una muerte dolorosa, de sus ojos salían sangre y de su boca se atragantaba de ella. Todos sus órganos estaban desangrándose dentro como varias minas explosivas sin poder perforarle la piel. No podía gritar, ni hablar.

—Supe que eras la infiltrada desde que quisiste urgar en mí habitación, al principio pensé que sólo querías una noche—reí— pero siempre intentaste que ella se alejara de mí con tus engaños de niña enamorada. Ella te creyó, pero yo no.

Esmee escupía sangre intentando poder hablar.

—Lo siento mucho, Keren—volví a ella— si no te dormía, no ibas a dejar que la matara.

Observé de lejos a Esmee, parecía querer llorar y gritar pero todo en éste momento era crítico, y me quedé mirando hasta que finalice.
Su cuerpo dejó de tambalearse, aunque no paraba de sangrar sobre el suelo. Las alarmas del castillo seguían sonando por todos los pasillos del castillo, no porque me hayan descubierto, los hermanos de la luz estaban bajo asedio tras las puertas.

—Ya es hora de irnos—dije a una Keren profundamente dormida— Nadie va sobrevivir.

La tomé sobre mis hombros dirigiéndonos hacía el locker de la vieja biblioteca, arrastré su cuerpo lentamente por la angosta entrada luego de entrar en él, sellé el lugar.

— clausit ostium.

La puerta del locked se quemó al instante de pronunciar aquellas palabras.

Nuevamente cargué a Keren en mis brazos, me sorprendía lo liviana que era, cualquiera podía llevársela fácilmente.

—Vas a odiarme aún más cuando despiertes...

El lugar estaba lejos del castillo, del terror y el exterminio que ahora estarán sufriendo los luminosos.
Dejé el cuerpo de Keren sobre la cama de mí nueva habitación, no era un espacio muy grande, desde que huí estuve construyendo ésta humilde choza, sólo para emergencia.

Sonreí al ver su rostro tan calmo, sin ninguna preocupación, acaricié su piel y luego su cabello dónde mis dedos se enterraban en ellos deslizándose hacia el final de su trayecto.

Sólo dormida podía verla más de cerca, oler su perfume y estar más cerca sin sentir su mano en mi pecho como rechazo.

—Tengo que estar preparado para tus preguntas— me levanté y cerrando la puerta lentamente dejé que descansara.




Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora