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4/ 5 de Octubre de 1994,
Ya era de noche, no era una fría noche, pero tampoco calurosa, templada, tranquila, perfecta para salir y tener una agradable lectura, recargada de un gran y cómodo árbol que Hogwarts es famoso por tener, pero no.
Una de tus más cercanas amigas que te animaste a hablarle desde que entraste a Hogwarts, te estaba jalando a una fiesta de "idiotas comprimidos", o bueno, así era como tú repetías una y otra vez, dando señales a tu amiga que querías estar en cualquier lugar, menos que en aquella fiesta.
En lo personal, tú no eras una persona de fiestas, vamos, ya que estabas ahí no hacías más que ver que es lo que aquella fiesta te podía ofrecer, cualquier chisme o algún suceso que te ayude a mantenerte entretenida de alguna forma en la fiesta. Algo que te pueda dar tanta pena ajena, que te ayude a mirar de distinta forma a la otra persona, o algo que te pueda favorecer en alguna situación.
Ibas vestida con algo casual, ni tan de fiesta, pero tampoco tan fuera de lugar, normal.
Tu amiga empujó con algo de fuerza la puerta, dejándote con libre acceso para que tú entres. Cuando tus ojos vieron lo que estaba pasando justo en frente tuyo, unas grandes ganas de salir de ahí se apoderaron de ti. El clima templado de la noche había sido opacado por una calidez algo húmeda, para nada agradable. El buen olor a vegetación de fuera, sería remplazado por un fuerte olor a hormonas que los presentes en aquella fiesta emanaban. Las personas bailaban y brincaban de forma pegada, debido a la escasez de espacio que aquella sala común tenía.
Justo como el tren muggle.
Dijiste mentalmente. Personas que a fuerzas querían pasar, a pesar de ver la clara falta de espacio en el reducido lugar, escabulléndose a la fuerza entre la gente, para poder llegar a un mejor lugar, a veces lográndolo con éxito, pero cuando no, sólo tenían que conformarse con lo que les tocaba, claro, no se salían de ahí, sólo se quedaban.
Una cara de asco se presentó en tu cara. Y volteaste a ver a tu amiga, en son de que viera lo que estaba al frente y que era casi imposible estar cómodo en aquella fiesta infestada de adolescentes hormonales y medio ebrios.
No era que fueras de esas chicas que dicen ser "únicas y diferentes", simplemente veías lo evidente. Disfrutarías una fiesta sí hubiera más espacio y la gente fuera algo más distinta. Ya que notabas como los chicos de distintas casas paseaban sus manos de manera indebida entre las faldas de las chicas, mientras que se escabullían entre la multitud para no ser atrapados, aunque los más valientes se quedaban inertes en su lugar, disfrutando más y más de la piel descubierta de aquellas chicas, algunas, se iban con clara incomodidad, otras se quedaban en su lugar disfrutando del toque.