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5 de Octubre de 1994,
Estabas frente a Draco Malfoy.
Pero, en seguida, saliste de su vista.
La chica con la que Draco estaba teniendo una gran sesión de besos, quiso volver a lo suyo con él. Posicionando sus caderas y zona íntima encima de la zona de Malfoy. Moviéndose en forma circular, intentando crear un bulto en la zona que ahora era su silla.
Una sonrisa seductora se plasmó en la cara de la chica, al ver que había logrado aquello, con solamente hacer aquel movimiento en menos de un segundo. Haciéndola pensar que antes de haber hecho eso. Así que, colocó sus labios en los de Malfoy, paseando sus manos por su pecho, y su objetivo siendo el poder llegar a la hebilla del cinturón de Malfoy.
Pero, al hacer eso, lo único que recibió fue una mueca de repugnancia, y un empujón, llevándola en donde anteriormente se encontraba T/N.
- Imbécil, ¿qué te pasa?- le dijo con evidente enojo.
Draco ignoró olímpicamente a la chica que yacía al lado de él, levantándose abruptamente del sillón, siguiendo a la chica que estaba unos segundos antes al lado de él.
Estabas rellenando otro vaso de plástico con más ponche, y dudando sí deberías mezclar aquello con lo que tu amiga te estaba ofreciendo en el momento.
Ella no estaba ebria, es más, en toda la noche, solamente ha tomado un vaso de ponche, no más, no menos. Sólo se la ha pasado bailando, brincando y riendo al ritmo de la música y el grupo de adolescentes que estaban en el medio de la sala común de Ravenclaw, haciendo prácticamente lo mismo que ella.
Tu amiga se fue de tu lado, diciendo que te iba a presentar a alguien, quién te podía ofrecer algo para que te logres relajar.
Justo cuando una botella de alcohol se posicionaba en el borde de tu ponche, lista para mezclar aquella bebida de color rojiza, dulce y burbujeante, y con unos toques de sabor amargo debido al alcohol que estaba en aquel ponche. Mezclarla con un sabor amargo puro, de esos que te hacen hacer muecas y tu garganta se calienta al simple toque de este en tu garganta.
Cuando aquel último líquido estaría a punto de ser derramado contra el otro, a punto de crearse una mezcla homogénea entre ambos líquidos, una mano se posicionó con la tuya, deteniéndote a hacer lo que tenías planeado.
- No deberías mezclar.- una voz seductora y soñadora te susurró al oído, provocando que tiembles de lo candente que sonó aquello.
Colocaste en la mesa el líquido transparente, mirando de reojo quien te había dicho aquello.