El Heredero Del Vampiro

𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 58

Samantha

—¿Esta segura qué no quiere qué la acompañé? — Pregunta el chófer tras abrir la puerta del auto.

—No gracias, solo le entrego las bolsas de sangre a Leo y después volveremos al palacio, será rápido — Bajo del coche y camino hacia la casa de Leo.

Llegué a la puerta de su casa y note qué se encontraba media abierta, ¿Habrá salido y dejo la puerta así?

Empujó la puerta, entro a la propiedad, cierro la puerta y camino hacia la sala de estar de la casa.

—Leo — Lo llamó entrando a la sala —.Dejaste la puerta abier...

Mis ojos se abrieron por la sorpresa qué me había llevado en ese momento, Leo se encontraba tumbando en el sillón, Caín estaba encima de él y ambos tenían sus rostros demasiado cerca.

Ambos me miran y Caín se levanta rápidamente de Leo.

—Y-yo no quería interrumpir — Dije apenada —.La puerta se encontraba abierta y...

—¡No es lo qué piensas! — Habla Caín algo nervioso.

Leo se levanta del sofá también.

—El vampiro tiene razón, no es lo qué piensas — Dice Leo con un tono de voz algo raro.

—Leo estaba tomando en un bar cercano aquí, lo encontré, lo traje a casa y el idiota se dejó caer al sofá tomándome a mí de la chaqueta — Explica el vasallo de Draco.

—Oígan no me tienen qué dar explicaciones — Comenté dejando la bolsa en dónde tenía la sangre en la mesa de centro —.Yo traje estás bolsas de sangre para ti, Leo.

—Gracias, Samantha — Agradece el vampiro.

Vaya parece qué sí interrumpí, aún no puedo creerlo, estos dos no lo hubiera pensando.

—Caín, quita esa cara.

—No lo puedo hacer, estás pensando mal.

—Ya dije qué no me tienen qué dar explicaciones.

—Samantha...— Leo interviene —.De verdad no pasó nada.

—Ya, ya tranquilos — Mire a ambos —.No me expliquen nada.

Tengo qué controlarme, pero la cara de estos dos no tiene precio me está costando trabajo contener la risa.

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Hades

—¿Por qué tengo el buzón de mí celular lleno de llamadas y mensajes tuyos?

—Cómo se nota qué con los años mí querida amiga te has vuelto bastante estúpida — Caminó por las calles de Brasov con mí celular en mí oído derecho.

—¿Qué quieres decir?

—Tú querida doppelgänger, no está muerta.

—¡¿Qué?!

—Lo qué escuchaste, amor tú doble está viva y muy feliz.