Había terminado ya de comer. Hoy es un gran día. Subí a ducharme, eran las cuatro menos diez, cuando salí, fui a mi cuarto a arreglarme un poco, que si no, luego me pilla el lobo. Tuve que buscar un cinturón, los pantalones se me caían. Una vez que me vestí, me miré al espejo a ver si faltaba algo... No, estaba perfecto. Me puse una pulsera ancha, que pegaba con como iba vestida. Fui al servicio, ha peinarme, y ha plancharme un poco el pelo. Terminé y me puse una pinza recogiéndome el flequillo. Me gustaba cómo iba vestida. Me eché rimel, pero al tener las pestaña negras no se notaba. Eran las cinco menos cuarto. Bajé corriendo y dije desde el pasillo:
-¡Me voy al cine!-Dije cogiendo las llaves, el móvil y mi monedero.
-¡¿Llevas dinero y el...?!-Dijo mi madre pero la corté
-¡Sí!, ¡Llevo móvil, llaves y dinero! ¡Adiós!-Y cerré la puerta.
Me dirigí al parque. Qué feliz era. Cuando llegué, el ya estaba allí, de pie, apollándose en el tronco del árbol, a la sombra. Miraba al suelo ¿En qué estaría pensando? Levantó la cabeza y me vió. Se me quedó mirando, como si no crellese que estaba allí. Pasaron unos segundos y me sonrió. ¿Cuanto tiempo llevaría allí? Iba con camisa de manga corta, con los tres primeros botones desabrochados. Casi se me escapa un gemido. Nadie como él saldría con alguien como yo. Llevaba unos pantalones oscuros y unas deportivas. Se acercó hacia mi, no dejaba de mirarme.
-Hola- Dijo mirándome a los ojos- Estás preciosa
-Gracias- Me ruboricé- Tú también vas muy bien -Me sonrió. Que sonrisa, tan perfecta, tenía los dientes blancos, limpios, brillantes. Estaba hermoso.
-¿Vamos?-Me dijo.
Asentí con la cabeza. Me cogió de la mano.
-¿Te importa?-Me dijo algo ceñudo.
Negué con la cabeza. Él sonrió.
Fuimos caminando en silencio, no había tema del que hablar.
-Mira-Dijo señalando a un tablón de anuncios- Allí, dice las pelis que hay en el cine durante toda la semana, ¿Vamos a ver?
-Vale- Dije casi en susurro.
Estuvimos mirando, lo que había. Sólo había de guerra, muerte, cabezas rodando por el suelo... y romanticismo. Nada de risa.
-Bueno, y ¿Ahora qué?-Me dijo riéndose.
Me uní a sus risas. Todavía seguíamos cogidos de la mano. Cuando paramos de reír, el viento me alborotó todo el pelo, poniéndomelo en la cara, sin soltarme la mano, él me retiró todos los pelos de la cara con dulzura.
-Así estás mejor- Me dijo con una sonrisa demasiado pícara. Y empezamos a reírnos otra vez.
Me miró fijamente a los ojos.
-Quiero enseñarte un sitio-La tristeza le vino a los ojos- Allí iba con mi padre.
Yo también me puse seria, triste. Su padre murió hace dos años, de un infarto. Pobre. ¿Por qué a las mejores personas les tiene que pasar siempre lo peor, y a las peores personas, no les pasa nada? Definitivamente, el mundo está mal repartido.
-Lo siento...-Le dije mirándole, ese <<Lo siento>> me salió del corazón. No me dí cuenta de que los ojos se me inundaron en lágrimas. Su padre era una gran persona, me caía tan bien...
-Tranquila, no pasa nada -Me sonrió, limpiándome las lágrimas. Me sonrió fingiendo que estaba bien, pero yo lo conozco de mucho tiempo y sé cuando esta bien o cuando está mal. Y esta vez, estaba mal.-Bueno, en realidad ese sitio lo encontré yo, mientras iba con mi padre de paseo. Creo que te gustará. -Una chispa de ilusión, se puso en sus ojos.
