-Gracias... Tú también -Dije sonrojándome
-Todavía nos queda un rato hasta que nos vayamos ¿qué te apetece hacer? -Me dijo sonriendo
-No lo sé -Me reí
-Así me gusta cielo, con iniciativa -Cerro la mano, con el pulgar hacia arriba, como dándome su aprobación.
-Ya, es que tengo estilo propio -Me encogí de hombros a la vez que me reía
-Claro que sí -Asintió él, de forma bastante exagerada
-¿Me estás dando la razón como a los tontos? -Dije riendo divertida
-Sí si.. Claro que si lo que tu digas.. -Me miró con cara de 'sorprendido'- Ah, no no no, claro que no cielo. ¿Cómo podría yo hacer eso? -Dijo levantando los brazos hacia arriba y mirando al techo.. Como.. ¿Aclamando algo? No sé, pero era muy gracioso.
-Mira, porque estoy arreglada, y porque tú también lo estás, que si no, más te vale saber correr. -Dije intentando sonar amenazante.
-La gatita saca las uñas, uuuuuuuuuhhh -Dijo moviendo las manos.
Cogí el bolso, iba a pegarle, flojito claro está.
-Eh eh eh, a donde vas con eso chavalita -Dijo dando vueltas al rededor de la mesa del jardín, vigilándome y yo detrás de él intentando alcanzarle.
-Eh, de chavalita nada, a mí de señorita. -Le señalé con el dedo. Lamentablemente no pude aguantar la risa con la cara que puso.
-¿Y si no quiero? -Rió
Tuve que pensar rápido.
-Quemo las bolsas de patatillas que hay en la cocina -Alcé las cejas.
- ¡NO! ¡LAS PATATILLAS NO! ¡TEN PIEDAD! -Iba a ponerse de rodillas, ¿estaba loco? se iba a manchar, pegué una zancada como bien dicen en mi pueblo, y le cogí el brazo, haciendo que se levantase antes de que sus rodillas tocasen el suelo.
-Pareces un niño chico, ¡te vas a manchar!
-Blah blah blah.. Y tú pareces mi madre, tanto regañarme -Me sacó la lengua
-No, ¡si te parece te doy un premio! -Me crucé de brazos intentando parecer seria.
-Tranquila -Me acarició el brazo- No hace falta que me des el regalo, ya lo cojo yo. -Me cogió de la cintura y me acercó hacia él, dándome un beso largo y de esos que me encantaban.
-Cómo te aprovechas de las situaciones -Susurré entre sus labios
-Sabes que no me aprovecho de ti -Su voz pareció seria. Abrí los ojos y vi los suyos, tan perfectos como siempre. Me miraban. Y me ponían nerviosa.
-Sabes que eres tonto por pensar que yo pienso eso de ti -Le dí un pequeño beso y me senté en el banco que había cerca de nosotros. Le hice un gesto para que se sentara conmigo, y me hizo caso. Vino hacia mí sonriendo, que tierno.
Estuvimos un buen rato hablando, y haciendo el tonto. Hasta que llegó la hora.
-Deberíamos ir yéndonos ya.. -Dijo Dani levantándose.
Yo asentí y cogí el bolso, en él metí el móvil, unos paquete de pañuelos y dinero...
-¿Qué haces? -Me dijo Dani
-Preparar el tablero para jugar a las damas, no te fastidia. -Le dije riendo, a la vez que él venía hacia mi
-Esto lo dejas donde estaba.. -Fue a quitarme el dinero de la mano, pero aparté la mano, para que no pudiera alcanzarlo.
-¿Por qué? -Le dije
-Invito yo. Aquí tú eres mi reina y tengo que tratarte como tal, así que señorita deja eso donde estaba -Dijo poniendo su mano, para que dejara el dinero sobre ella.
-¿Y si quiero invitarte yo? -Dije sin ceder a darle el dinero aún
-Que yo no te dejo -Sonrió
-¿Por qué?
-Ya te lo dije antes, además, soy mayor que tú, deberías hacerme más caso -Me besó, y el muy traidor como sabe lo que me pasa cuando me besa, con un rápido movimiento, me quitó el dinero de las manos. Alejó sus labios de los míos un poco- Ahora mejor -Dijo él con una sonrisa traviesa.
-Tú eres mayor cuando te conviene, ¿verdad? -Dije acusándole. En realidad me lo estaba pasando bien, me gustaba tener estas mini-discusiones con él.
-Pues sí -Me dio la razón. Me dio el bolso, lo cogí y él me rodeó acercándose a la puerta, abriéndola y haciendo un gesto para que pasase primero.
Ande hacia la puerta, y pasé primero que él, y lo esperé fuera. Él cerró la puerta y se dirigió hacia mí, cogiéndome de la cintura.
-Pues no es justo -Repliqué
-Deja de quejarte y deja que te trate como mi pequeña princesa por éstos días, después ya veremos-Me besó la mejilla. Me pudo. Me derritió. Me dio un vuelco al corazón, se me aceleraron las pulsaciones. Este chico me perdía.
Y cogidos de la mano, sonriendo como niños pequeños, nos dirigimos al restaurante.
