Final.

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Charlie miró una vez más a su nieto en el asiento del copiloto, soltó un leve suspiro para nuevamente concentrarse en el camino que tenían por delante. El pequeño Cedric de ocho años iba tan absorto mirando el paisaje con su inexpresivo rostro, sin ninguna mueca que demostrara alegría, tristeza o enojo, cosa que a Charlie sólo le dificultaba ya que nunca sabía que era lo que estaría sucediendo en su cabeza.

A pesar que el reportero del clima había anunciado que aquel día estaría soleado el cielo estaba cubierto de unas oscuras y densas nubes y parecía que en cualquier momento una lluvia se desataría.

— Dentro de una semana entraras por primera vez a clases ¿Cómo te sientes? —. Las palabras de Charlie resonaron dentro del auto en un intento de romper el silencio que había entre ambos.

Cedric despegó la mirada de la ventana y sus verdes ojos se clavaron en su abuelo. Sólo se encogió de hombros y nuevamente giró su cabeza para el lado contrario.

— No es algo que me emocione. — Respondió, y era la verdad, desde que su abuelo le había comentado que entraría a un instituto a él no le había agradado mucho aquella idea, el hecho de tener que convivir con más niños no le gustaba.

Sin tener más palabras que decir Charlie volvió a conducir en silencio. Los silencios que siempre se formaban entre ellos, a pesar de ser demasiado constantes no eran incomodos, a pesar del esfuerzo de su abuelo por tratar de establecer una conversación, siempre fallaba, podía entender que su nieto era callado y reservado.

Claro, a comparación de su hijo Daniel, quien a a la edad de Cedric era un chico completamente altanero y escandaloso.

— Bien, ya llegamos. — Por segunda vez en la mañana Charlie soltó un suspiro y miró en dirección hacía el cementerio que estaba a unos escasos metros de ellos.

Cedric asintió con su cabeza mientras cogía un enorme ramo de rosas rojas para luego bajarse de la mano de su abuelo.

Para Charlie, era una de las peores y más horribles sensaciones tener que venir a visitar la tumba de su hija muerta, simplemente era algo que aún le costaba a similar a pesar de los años trascurridos.

Ambos detuvieron su paso cuando la lapida de Arabella apareció frente a ellos, como cada vez que la venían a visitar Cedric se arrodillo y dejo las rosas sobre el pasto mirando fijamente la lapida, sin decir nada, ninguno de los dos, pero por la cabeza de Charlie rondaba la pregunta de que si estaría siendo un buen abuelo, o si es que tal vez había fallado en algo y por eso su relación con su nieto no era como el quería.

Unos cuantos minutos después Cedric se levantó.

— ¿Y Papá?— Preguntó con su cabeza en alto mirando a su abuelo, este tragó saliva para mirar al frente y asentir.

La idea de que Cedric supiera quién era su padre, que supiera de los horribles actos que había cometido no le gustaba para nada, pero no le podía negar que su hijo lo visitará en aquel cementerio, pero claro que Cedric no sabía que clase de persona había sido su padre, y sólo sabía que tanto su madre como él habían muerto en un accidente automovilístico. Una gran mentira que su abuelo le contó.

Al estar frente a la lapida de Eric, su hijo depositó una sola rosa sobre ella, para luego tomar la mano de abuelo.

Sin más que hacer ambos se retiraron de ahí, al estar de regreso en el auto una fuerte lluvia se desató sobre el condado.

Al abrir la puerta de la casa esta estaba vacía, su esposa Carolina junto a su hijo se habían marchado un par de días a la casa de su hermana. Ya era pasado el medio día cuando Charlie habló.

— ¿Te apetece almorzar?— Preguntó dirigiéndose a la cocina con Cedric tras él.

— Aún no tengo hambre. — Respondió.

En el rostro de Charlie una mueca se formó.

—¿Y qué tal un vaso de jugo?, se que te gustan mucho.— Volvió a preguntar, y esta vez el asintió reiteradas veces con una leve sonrisa en sus labios.

Acción que su abuelo también imitó para luego abrir el refrigerador y sacar el jarro con jugo, en cambio Cedric cogió un vaso que estaba sobre la alacena para posarlo frente a su abuelo.

Al momento de sentir el frío liquido chocar contra el vaso y su mano, dejo caer este al suelo tan abruptamente que su abuelo se sobresaltó, un fuerte sonido se escucho indicando que el vaso se había roto en mil pedazos.

— Yo...lo siento mucho—Dijo el pequeño niño mientras se agachaba para levantar los pedazos de vidrio.

— ¿Qué? no, no te preocupes...sólo...sólo déjame ir a buscar alguna escoba. —Respondió su abuelo — Sólo aléjate de los vidrios — Y sin más que decir salió de la cocina dejando a su nieto sólo.

Cedric se incorporó mirando los pedazos de vidrio tendidos sobre el suelo, nuevamente se agacho y tendió su mano para coger uno de ellos.

Lo puso frente a sus ojos mientras lo apreciaba, aquel pedazo de vidrio se veía bastante filoso, con la duda que había aparecido en su cabeza levantó la manga de su jersey dejando al descubierto su antebrazo.

Dirigió el pedazo de vidrio a su piel deslizándolo sobre este, el corte había sido tan lento y profundo que rápidamente un grueso hilo de sangre comenzó a brotar de él. Su corazón latía fuertemente contra su pecho y una euforia recorriéndole el cuerpo lo había invadido por completo.

— Cedric sólo encontré una... —La voz de Charlie se cortó de inmediato al mirar la escena que había frente a el, abrió ligeramente su boca sintiéndose aturdido.

Cedric se volteó hacía su abuelo mirándolo con una retorcida sonrisa en su rostro.

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