11. 'Caminos separados.'

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Al día siguiente estaba sentada en el campus de la universidad con su amiga al lado que revisaba su celular, un nuevo año, un nuevo comienzo.

— ¡Hola preciosa! —Travis, uno de los amigos de Arabella llegaba al lado de Chloe depositando un beso en su mejilla.

Ambos habían empezado una relación hace una semana. Arabella sonrió al ver a su amiga feliz, después de todo el pelirrojo era un buen chico para ella.

Los tres juntos se dirigieron hacía la cafetería. El invierno ya se estaba haciendo presente y un frío que calaba hasta los huesos iba acompañado de este. La chica pidió un café, luego de beberlo empezaron a ver como un gran grupo de personas se empezaban a reunir en torno al televisor que había en una de las paredes.

— ¿Qué es lo que sucede? — Preguntó la rubia viendo a Arabella.

Ella se encogió de hombros.

—Vamos. — Dijo y los tres se acercaron al ver que era lo que estaba sucediendo.

— Dean ¿Qué es lo que sucede? — Travis le preguntó a uno de sus amigos que se encontraba en la multitud.

Las siguientes palabras que pronunció dejaron helada a la chica:

— Encontraron al asesino. — La chica no movió ningún músculo mirando el televisor.

En el una foto de Eric estaba en pantalla.

Esta mañana la policía acompañada por el equipo forense encontró evidencias en una fábrica abandonada de la ciudad, el asesino se trataría de Eric Jones, un joven de 25 años que...

Arabella sintió su corazón latir con fuerza y un frío sudor recorrerle el cuerpo, varias miradas se dirigieron hacía ella. La mayoría de las personas ahí presentes habían visto a Eric, en el campus, en fiestas.

Sin pensarlo salió a paso rápido de la cafetería, sólo escucho a su amiga llamarla pero ella no volteó, entro a una de los baños y cerro la puerta fuertemente. Su estomago se revolvió, sintiendo nauseas, sintiendose enferma. Levantó la tapa del retrete y vomitó.

Esta vez todo parecía real, su mundo se derrumbaba, el perverso mundo que ambos habían construido se venía abajo, al igual que sus ya deterioradas mentes.

Respirando entrecortadamente trato de calmarse, el sonido de su desenfrenado corazón la enloquecia, y sólo podía pensar en Eric.

Ambos jovenes estaban acabados.

Sus piernas estaban temblorosas y sentía que en cualquier momento se desmayaría sobre el frío piso. Débil y fragil se sentía.

Los actos tienen consecuencias, y estás eran la de nosotros.

Tomó su mochila y asegurandose de que nadie la viera salió de ahí, para su suerte los pasillos de la universidad se encontraban desiertos debido a que todos estaban en la cafetería.

Corriendo a toda velocidad, con los ojos llorosos, no dejaba de pensar en él, le dolía como nunca el corazón. Sintiendo el frío aire contra su cara pudo reaccionar.

Eric iría a la cárcel, y probablemente ella también. Nunca más volverían a estar juntos.

Luego de unos diez minutos entro aún a toda prisa por el edificio, quería abrir la puerta y encontrarlo a el. Sólo quería verlo ahí, sonriendo con aquella burlona sonrisa que a ella tanto le gustaba.

Pero al entrar, no había nadie.

•••

Eric llevaba dos años asesinando y salía ileso de las manos de los policías y una tarde inesperadamente lo habían encontrado.

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