Capitulo 26: Las llaves

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—Bueno, ya lo veis —dijo Harry con calma—. Snape ya ha pasado ante Fluffy .

Ver la puerta abierta les hizo tomar plena conciencia de aquello a lo que tenían que enfrentarse. Por debajo de la capa, Harry se volvió hacia los otros tres.

—Si queréis regresar, no os lo reprocharé —dijo—. Podéis llevaros la capa, no la voy a necesitar.

—No seas estúpido —dijo Ron.

—Vamos contigo —dijo Hermione.

-Vamos Harry, estamos contigo-dijo Lyra

Harry empujó la puerta.

Cuando la puerta crujió, oyeron unos gruñidos. Los tres hocicos del perro olfateaban en dirección a ellos, aunque no podía verlos.

—¿Qué tiene en los pies? —susurró Hermione.

—Parece un arpa —dijo Ron—. Snape debe de haberla dejado ahí.

—Debe despertarse en el momento en que se deja de tocar —dijo Harry—.Bueno, empecemos

Se llevó a los labios la flauta de Hagrid y sopló. No era exactamente una melodía, pero desde la primera nota los ojos de la bestia comenzaron a cerrarse. Harry casi ni respiraba. Poco a poco, los gruñidos se fueron apagando, se balanceó, cayó de rodillas y luego se derrumbó en el suelo, profundamente dormido.

—Sigue tocando —advirtió Ron a Harry, mientras salía de la capa y se arrastraba hasta la trampilla. Podía sentir la respiración caliente y olorosa del perro, mientras se aproximaba a las gigantescas cabezas.

—Creo que podemos abrir la trampilla —dijo Ron, espiando por encima del lomo del perro—. ¿Quieres ir delante, Hermione?

—¡No, no quiero!

—Muy bien. —Ron apretó los dientes y anduvo con cuidado sobre las patas del perro. Se inclinó y tiró de la argolla de la trampilla, que se levantó y abrió.

—¿Qué puedes ver? —preguntó Hermione con ansiedad.

—Nada sólo oscuridad no hay forma de bajar, hay que dejarse caer.

Harry, que seguía tocando la flauta, hizo un gesto para llamar la atención de Ron y se señaló a sí mismo.

—¿Quieres ir primero? ¿Estás seguro? —dijo Ron—. No sé cómo es de profundo ese lugar. Dale la flauta a Lyra, para que pueda seguir haciéndolo dormir.

Harry le entregó la flauta y, en esos segundos de silencio, el perro gruñó y se estiró, pero en cuanto Lyra comenzó a tocar volvió a su sueño profundo.

Harry se acercó y miró hacia abajo. No se veía el fondo.

Se descolgó por la abertura y quedó suspendido de los dedos. Miró a Ron y dijo:

—Si algo me sucede, no sigáis. Id directamente a la lechucería y enviad a Hedwig a Dumbledore. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —respondió Ron.

—Nos veremos en un minuto, espero

Y Harry se dejó caer. Frío, aire húmedo mientras caía, caía, caía y¡PAF! Aterrizó en algo mullido, con un ruido suave y extraño. Se incorporó y miró alrededor, con ojos desacostumbrados a la penumbra. Parecía que estaba sentado sobre una especie de planta.

—¡Todo bien! —gritó al cuadradito de luz del tamaño de un sello, que era la abertura de la trampilla—. ¡Fue un aterrizaje suave, puedes saltar!

Ron lo siguió de inmediato. Aterrizó al lado de Harry.

—¿Qué es esta cosa? —fueron sus primeras palabras.

Lyra Grindelwald y La Piedra Filosofal   [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora