Capítulo 11 La proposición

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Pasaban los días y las semanas. El abogado de Robert había tomado el caso de Mayte. Su consejo fue iniciar la solicitud de divorcio con domicilio en Madrid, si este dato llegaba a su exmarido que él no supiera su dirección verdadera ni en qué ciudad estaba. Ella sería tratada como víctima protegida y a todos los efectos legales, su dirección era la dirección del buffet en Madrid. Robert era su enlace, firmó un documento para ello, así ella tampoco estaría presente si no era estrictamente necesario. Todo el trámite llevaría tiempo por estar los involucrados en países diferentes, pero el abogado trabajaba en conjunto con otro profesional en el país de origen.

Mayte estaba tranquila, todo estaba encaminado y en buenas manos. El abogado les pidió que continuara usando su nombre falso, hasta solucionarlo definitivamente.

Allá por el mes de setiembre era el cumpleaños de Robert. Decidió festejarlo en un restaurante conocido con una parrillada e invitar algún amigo y a sus colaboradores de trabajo, además de Biel, el dueño de la empresa y su amigo más cercano. No eran más de 15 personas y reservó una gran mesa para ese día. Habría parrillada libre, bebida y postre para todos. Robert llegó cuando ya estaban todos y llevaba a Mayte de la mano. Ella estaba preciosa con un vestido beige entallado y el pelo largo suelto. Él iba informal pero la verdad es que con ese físico todo le quedaba bien. Se sentó en la cabecera de la mesa después de todos los saludos, Mayte se sentó de un lado y su amigo Biel del otro lado. Mayte y Biel ya se habían conocido, Robert la llevó con él para hablar del tema legal y su falsa identidad, para que estuviera al tanto de la situación y de su condición de víctima protegida.

La noche transcurrió amena, la comida riquísima, linda música de fondo. La estaban pasando muy bien y así llegaron al postre. En ese momento Robert se puso de pie y golpeó la copa para llamar la atención de todos.

-Queridos amigos, les agradezco acompañarme esta noche y festejar conmigo mi 35 cumpleaños, creo que ya me estoy volviendo un hombre grande- todos rieron- y más agradezco que estén aquí conmigo porque tengo algo importante que decir…. Bueno…más bien tengo algo importante que solicitar y me gustaría que todos fueran testigos de eso.

Frida estaba al lado de Biel mirando a Mayte y abrió grande los ojos, la miró y sonrió. Ya se había dado cuenta de que venía el asunto.

Robert tomó la mano de Mayte y tiró de ella para que se pusiera de pie a su lado, algo que confundió mucho a la muchacha. Todavía no entendía qué quería Robert. Tomó su mano y le besó la palma mirándola embobado, como solía hacerlo.

-Todos conocen a …Jenny…mi novia desde hace algunos meses, creo que todos se han dado cuenta que muero de amor por esta mujer -algunos rieron y otros tiraron bromas a su persona sobre su antiguo estado de soltería- y como hoy es un día especial, yo quiero hacerlo más especial todavía.

Miró a Biel que sonreía ampliamente y éste le alcanzó un estuche, Robert lo  tomó y lo abrió mirando a Mayte.

-Yo sería el hombre más feliz del mundo si tu aceptaras ser mi prometida, si aceptaras ser mi esposa….nada en este mundo podría superar esa felicidad…

Mayte no lo esperaba, palideció, abrió los labios para hablar pero estaba impactada. Él sabía que ella todavía no estaba en condición de casarse, qué hacía Robert?

Él pareció adivinar sus dudas

-No te pido que nos casemos ni hoy ni mañana, sólo cuando estés lista, sólo quiero saber que quieres ser mi esposa, que también es algo que deseas para nuestro futuro….

Mayte estaba descolocada, miraba la sortija, miraba a Robert a los ojos, nunca había querido a nadie como lo quería a él pero un matrimonio otra vez? Eso es lo que quería?

-Quieres? -le susurró casi suplicante. Ella tenía los ojos brillosos, era él, era Robert, ese moreno hermoso de ojos almendrados, que la abrazaba para dormir cada noche para que no tuviera miedo, que la consentía en todo, que la mimaba, el hombre que la hacía sentir mujer como ningún otro hubiera podido….él era el hombre que acababa de pedirle matrimonio. Él dejó de sonreír, sólo la miraba suplicante. Quizás se había apresurado, quizás ella no estaba lista para este paso, y él la estaba presionando en público. El silencio se hizo algo incómodo, pero al final, ella levantó la vista con una suave sonrisa y dijo -Acepto. Acepto casarme contigo –  Robert respiró profundo. Tomó la sortija y la puso en su dedo y luego volvió a besarle la palma de la mano.

Todos aplaudieron -te hizo sufrir! – gritó alguien al fondo de la mesa y todos rieron.

Luego vino el merecido brindis, y continuaron contando experiencias y haciendo bromas hasta que era muy tarde.

Llegaron a casa ya entrando la madrugada. Ella se sirvió un vaso de agua y se paró en el ventanal a mirar la ciudad.

-Te enojaste?- preguntó él parado tras ella.

-No

-Te molestaste?

Podía ver su reflejo en el vidrio.

-Tampoco

-Pero estás rara….y tuviste que pensar mucho tu respuesta…

-Me sorprendí…. mucho…me tomaste de sorpresa

-esa era la idea…que fuera una linda sorpresa..

Robert bajó la mirada y ya se iba al dormitorio. Algo no estaba bien, algo no se sentía cómodo…

Mayte no haría nada para dañarlo, pero se daba cuenta que ahora lo estaba lastimando con sus dudas.

Se volvió sobre sí misma y lo detuvo tomándolo del brazo

-Robert…

-Tal vez no fue una buena idea

Ella se paró frente a él con angustia en los ojos

-No es eso, yo no soy una mujer libre, todavía no y la proposición ahora me tomó de sorpresa… eso es todo…yo te amo…mucho… muchísimo, como no había amado a nadie antes. Y no podría imaginarme la vida sin ti…. -lo abrazó sin dejar de mirarlo a los ojos, con la cabeza muy inclinada hacia atrás por la altura de él -fue la palabra “matrimonio” no tú lo que me dejó cortada…. Yo todavía no siento que haya salido de esta situación….

Él la abrazó sin decir nada y luego la soltó para irse a dormir.

-Robert….Robert -él se detuvo en la puerta pero no se giró.

-Lo siento, quizás me equivoqué con esto… -y se fue de la habitación.

Una lágrima se deslizó por la mejilla femenina. Lo había lastimado, sin quererlo, pero lo había lastimado y eso no tenía arreglo.

Apagó la luz y se fue a dormir. O trató de hacerlo, porque no lo lograba, no lograba conciliar el sueño. Robert estaba durmiendo de espaldas a ella y no podía ver su rostro. Trató de abrazarlo pegándose a su espalda pero él no respondió…ni se movió.

Hubiera querido morir antes que lastimarlo. Él sentía ahora que ella no quería un compromiso tan serio y nada era más serio que lo que tenían…

Tengo algo que contarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora