Capítulo 6 Curando tus heridas

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Aquél almuerzo tardío le dio tiempo a Robert de pensar, de buscar recursos alternativos.

-Has pensado que quizás él ya no te persigue? O quizás no puede ingresar a este país? O esté muerto? Y que el daño psicológico que ese desgraciado te provocó está destruyendo el resto de tu vida?

Ella suspiró -No tengo como saberlo...

-Yo si.

Ella lo miró a directo a los ojos algo incrédula.

-Dame todos sus datos y la última dirección que recuerdes y dame 10 días, yo averiguaré si él sigue siendo un riesgo para ti.

Se acercó más a ella y le puso sus dedos bajo la barbilla -No te vayas, dame unos días y lo averiguaré todo... y si descubro que estás en peligro yo mismo te ayudaré a desaparecer de Barcelona.

Él sonrió y una lucecita de esperanza brilló en los ojos femeninos -dame una oportunidad de descubrirlo y que no tengas que marcharte.... no quiero que te marches... -estaban muy cerca. Él corrió su mano acariciando el rostro femenino... se veía tan linda en su palidez, tan vulnerable, tan delicada. -yo haría cualquier cosa para que te quedaras...

Su mano bajó hasta su cuello sin que dejara de mirarla, estaban muy cerca y no costó nada acercarse más y apoyar sus labios sobre los de ella. Primero suave, muy suave y luego un poco más intenso pero sin perder la ternura...

Ella no ofreció resistencia alguna, aquel hombre la idiotizaba, aún más ahora que estaba en extremo vulnerable. Además, hacía tanto que no recibía una caricia... un mimo....un beso. Tantos y tantos años que no se sentía querida por nadie, que era como volver a respirar aire puro otra vez.

Él jugó con sus labios, con su lengua, luego bajó a su cuello y se detuvo allí, obligándola a un gemido ahogado, y luego volvió a subir a su boca para detenerse allí otra vez, pero sin perder la ternura ni por un momento, como si quisiera repararla y sanar su alma, juntar todos sus pedacitos y volverla a armar...

Se detuvo un momento para tomar aire y apoyó su frente en la de ella. Mayte (ese era su nombre real) acarició el rostro masculino y luego llevó sus dedos hasta la nuca de él y se enredó en su cabello.

-Si no me detengo ahora.... Ya no podré detenerme...- le susurró él.

Ella se mordió el labio, se sentía a salvo por primera vez en mucho tiempo, sentía que justo en este momento nadie podría hacerle daño...

Ella fue quien apoyó sus labios en los de él, dándole permiso para continuar, así que la apretó más contra él y profundizó ese beso, como si pudiera callar todas las penas que ella pudiera tener. Bajó su mano y la metió bajo su blusa, despacio, como quien manipula algo frágil que podría romperse. Detuvo su mano sobre uno de sus senos y lo acarició ampliamente hasta que ella emitió otro gemido, luego levantó la blusa y se la sacó mirándola mientras seguía acariciándola.

Ella comenzó a desabotonarle la camisa despacio y luego metió la mano bajo la tela, apartándola suavemente y acariciando su torso desnudo. Robert la atrajo hacia sí levantándola del sillón y ayudándola a colocarse sobre él. Perdieron la noción de cuánto duró ese momento, pero fueron despacio, muy despacio quitando prenda por prenda, mirándose, reconociéndose a cada paso, cada centímetro de piel, sin apuros, conscientes de que era lo que querían y lo que necesitaban. Con el disfrute de sentir cada caricia, cada beso, y prolongarlo en el tiempo antes de llegar a fundirse uno en el otro. Él fue en extremo cuidadoso, sabía cuan vulnerable estaba y ella disfrutó cada segundo como quien prueba una fruta dulce y la mantiene en la boca saboreándola despacio, prolongando el placer después de haberse privado de la dulce experiencia por mucho tiempo. Ya no hubo mas lágrimas, no más miedos esa noche, alguien había decidido ir más allá para sanarle sus heridas y ella estaba recuperando todo ese tiempo perdido pero sin apuro ninguno. La noche era joven y no había prisas...

El amanecer los encontró desnudos en la cama acurrucados uno junto al otro, la maleta tirada en el suelo, la ropa perdida por el piso.... El cuarto desordenado pero el corazón en orden.

Todavía tenían todo el domingo para ellos...

Tengo algo que contarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora