Berrinches y lágrimas

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Keigo era muy feliz con su embarazo, el problema eran las malditas náuseas mañaneras, siempre llegando en el peor momento. Por ejemplo, en ese momento, Touya abrazándolo por detrás y apegandolo a él, sus aromas mezclados, la calidez brotando de sus cuerpos y los ronroneos de un omega feliz y contento, hasta que aparecían las enormes e incontrolables ganas de vomitar.

—Sólo dejame dormir —dijo mientras se dirigía al baño con prisa.

Touya se dejó caer cerca del marco de la puerta dormitando, esperando a que su chico acabará de sacar la comida de anoche y la de la madrugada.

—Necesito que se acabe este maldito trimes... —No terminó su oración, pues las ricas galletas de helado salieron de su boca como si de algo dañino se tratara.

Sí, su omega estaba a finales de su segundo mes, probablemente la última semana. Sí, se habían enterado demasiado tarde, por así decirlo, todo ocurrió cuando Touya se sentía demasiado protector ante cualquiera que se acercara a Keigo, se sentía muchísimo más encandilado a los azahares que protaban de su chico y por último Keigo teniéndolo asco al pollo. Creo que lo del pollo fue el detonante para ir al médico, era demasiado extraño que Keigo le hiciera el feo a su platillo favorito. Touya estaba feliz de no comer pollo, pero jamás diría eso, sería como pedir el divorcio sin haberse casado.

—Touya —El alfa abrió sus ojos y Keigo se dejó caer en sus piernas—, no me siento bien.

Lo colocó en su regaso para desprender su aroma.

El médico había sido demasiado específico con los riesgos que podía correr Keigo si se separaba de Touya por cualquier minima cosa, él había dicho: "Es un omega masculino, y es su primer embarazo, las cosas son más complicadas, porque solo tenemos dos trimestres y dos meses más, en el primer trimestre el riesgo de aborto es grandisimo y en los últimos dos meses también. Debe estar al pendiente de su omega, señor Todoroki, y más si él no tiene una marca. Por ello, considero que debería estar con él en todo momento, mimando y haciéndole saber que usted está y que para nada lo rechaza."

Poco a poco las ganas de sacar sus organos por vómito disminuyeron.

—¿Te imaginaste algún día terminariamos así? —La pregunta salió sin avisar.

Touya pensó, y volvió a pensar.

—Sí, pero casados —contestó—. Siempre hubo un futuro, no siempre fue a largo plazo, pero siempre hablamos del futuro como: "Deberíamos hacer el proximo año esto" "Hay que ver nuestros trajes para la graduación" "Hay que ver lo de la renta del departamento" "Te quiero presentar a mis padres" "Deberíamos casarnos" —explicó el mayor con los ojos brillosos, en cuanto conoció a Keigo, su futuro pintaba con él—. Sólo cambiamos los planes un poco. —La mano de Touya viajo al vientre de su prometido, acariciando con calma para que su omega y su cachorro sintieran cuanto los amaba.

Keigo junto sus manos en el aun plano vientre.

—Me haces muy feliz —dijo el omega con una sonrisa.

El alfa no entendía como había pasado todo eso, seguía sin saber que había hecho para que Keigo siguiera con él, qué había hecho para que el padre de Keigo le diera su bendición para casarse, qué había hecho para actuar como un adulto en cuanto Keigo le contó sus sospechas. Touya en ocasiones sentía que era un chico inútil que tenía la vida resuelta gracias a su padre, pero con el omega a su lado, sentía que lo podía todo, porque Keigo se la pasaba motivandolo todos los días desde que se conocieron por Geten, su primo; Keigo lo había motivado a pedir el prestamo para abrir un bar en el centro, Tenko y él le habían ayudado en lo inicios hasta que el lugar fue todo un apogeo, lo suficiente como para pagarle el prestamo a su padre, se sintió también reconocer que él podía hacer cosas sin necesidad de papi solucionandole la vida.

HogareñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora