Shoto estaba feliz, jugaba en el lago junto a su hermano mayor, sin Keigo a la vista, ¿qué más podía desear? Que Keigo estuviera ahí. Sí, sonaba contradictorio, pero era la verdad, Shoto no se sentía completamente feliz si no estaba Keigo diciendole a Touya constantemente que Shoto no debería ir tan profundo porque aún es pequeño, o si Keigo no lo cargaba para ir a la parte profunda junto a Touya.
Shoto nadó hasta orilla con un puchero en su rostro.
Sintió el viento frío colarle los huesos, pero Keigo no apareció con una toalla con forma de Spiderman que tanto le gustaba a Shoto.
—¿Pasa algo? —Preguntó su hermano mayor con preocupación.
El pequeño bicolor no sabía como explicar el sentimiento, como decirle a Touya que lo único que quería es que Keigo estuviera ahí haciendo lo de siempre.
Shoto conocía a Keigo desde siempre, y desde siempre había estado ahí, y, momentos como ese, le pasaba de sobre manera la ausencia de Keigo.
—¡Touya! —Regañó Keigo mientras se acercaba con prisa a ellos—Shoto se puede resfriar—dijo para luego poner la su toalla favorita sobre él—, ven acá, bebé. —Keigo lo levantó y después lo dejó en un silla, de pie, para sacarlo.
Touya tomó la charola que Keigo traía en sus manos hace un rato, dejándola en la mesa del jardín, justo enfrente de donde lo secaba.
Esto. Se dijo Shoto mientras se acercaba más al calor que Keigo emanaba.
Su hermano mayor lo acomodó mejor la silla, para que pudiera comer un refrigerio que Keigo le había hecho.
Esto. Se repitió Shoto.
Su emparedado estaba delicioso igual que su jugo de caja.
El viento le secaba los cabellos mientras comía con entusiasmo, escuchaba atentamente a su hermano hablar sobre lo bonito que Keigo se veía hoy, y estaba de acuerdo con su hermano, Keigo tenía un brillo en sus ojos junto a una sonrisa más encantadora; los escuchó reírse, y sintió un oleada de calor, pero no calor molesto, calor de hogar. Se sentía en casa, el aroma de ambos se mezcló dándole satisfacción a su naricita.
Es esto lo quiero.
Keigo giró a verlo para quitarle las migajas de sus lindas mejillas.
El rubio omega conocía a Shoto desde siempre, su relación no era la mejor, según él, pero cualquiera que tuviera dos dedos de frente se daría cuenta del instinto materno que Shoto despertaba en Keigo, en las miradas de ayuda que Shoto lanzaba a su casi segunda madre, todo el mundo parecía notarlo menos ellos dos, y era triste, porque ahora con un bebé en camino se darían cuenta del lazo que tenían, y el pequeño Shoto se sentiría desplazado por su segunda mamá. Pobre Keigo y Shoto, a penas se daban cuenta la bonita relación que tenían.
La abuela de Touya se lo había advertido en una cena navideña, justo cuando Shoto se raspo su rodilla y corrió hacia Keigo para mostrarle el curita de spiderman en su rodilla.
—Shoto y tú son muy unidos.
En un principio el rubio negó con la cabeza, pero Natsuo y Fuyumi comenzaron a decir que Shoto era el niño consentido de Keigo.
—Claro que lo son, ayudas mucho a cuidarlo, y sus ojos te buscan después de que encuentra a su mamá. —La mirada de la señora Todoroki, la madre de Enji, era como una enorme llama que buscaba dentro de toda la oscuridad de tu cuerpo, y justo esa mirada había puesto en él.
Lo descubrió, descubrió que Shoto era el niño favorito de Keigo, que incluso podía verlo como un hijo, era el instinto según él.
—No digo que tenga algo de malo, sé las circunstancias, pero cuando un embarazo se presenta los bebés se vuelven más berrinchudos y necesitados de atención, dicen que eso sólo sucede con las mamás, pero Shoto comparte un lazo casi similar contigo, probablemente se vuelva un poco más cercano a ustedes cuando estés en cinta, querrá hacerse notar, querrá recalcar que él es el bebé de la familia, querrá reclamar la atención de Keigo, querrá estar sobre ustedes dos. —Explicó como si pudiera ver el futuro.