Geten siempre estuvo rodeado de soledad, incluso antes de nacer.
Su madre era asustadisa de su condición y con un alfa ausente por trabajo, el panorama no lucía muy bueno, incluso los últimos tres meses estuvo en el hospital bajo el cuidado de los mejores doctores, pero no del cariño y amor que ella quería recibir, claro que su prima la visitaba cotidianamente, pero no era lo mismo, y todo el mundo podía ver como las cosas pintaban de colores tristes.
Geten aun siendo una bolita apunta de nacer, era la única compañía de su triste y fría madre, y a veces ella hablaba con él por horas infinitas, hablando del alfa que muy pocas veces piso el lugar, hablando de lo divertido que sería el mundo una vez que estuviera en sus brazos.
Desgraciadamente, todo cayó cuando la terrible depresión posparto atrapo a la mamá de Geten inmediatamente que escucho el primer lloriqueo junto a las palabras de felicitacion del doctor al comunicar la llegada de un niño. El primogénito que seguramente le arrebatarian para meterlo a una oficina.
No quiso ver a Geten.
El rechazo de mamá sintió en el recién nacido al llorar día y noche por el calor de mamá, pero la señora Yotsubashi lo ignoraba, fingía que no existía, pedía a las niñeras hacerse cargo, escapa de la responsabilidad en todo momento, incluso cuando Geten enfermo porque nadie lo arropo en medio de una noche fría y tormentosa. Hubo un momento donde Geten ya no buscaba el calor de mamá, se volvió un bebé demasiado silencioso.
—No puedes tener otro bebé, ni siquiera cuidas de Geten. —La voz de Rikiya se escuchó fuerte en esa mansión.
Ella negó con la cabeza.
—Geten me hará lo mismo que tú—acusó con voz rota y lastimera—se marchará a esa horrible oficina y me ignorará, así que no lo quiero, en cambio, si tengo una niña, sería mía y sólo mía. —Rikiya la vio con lastima y quiso llorar por la situación, porque todo estaba fuera de su control, la muerte de su padre y el embarazo de su esposa casi al mismo tiempo, estaba cansado.
Esas peleas eran todos los días y cada que el señor de la casa hacía presencia, hasta la gente del servicio se sabía las líneas de la señora al narrar su plan sobre tener una preciosa niña que le haría compañía.
Tanta fue su pena, que termino consumida en la tristeza y el dolor, y Geten fue presa completa de la soledad.
La triste noticia llegó a los oídos de la familia Todoroki, que asistió con dolor y pesar, nadie se esperaba un suicidio y menos cuando había nacido el hijo del que tanto hablaba cuando estaba en cinta. Los Todoroki no entendieron bien las cosas, sin embargo, jamás cuestionaron a ningún de los dos, ni a su familiar por su decisión ni a el pariente politico por mantener todo al margen, Rei consideraba que Yotsubashi debía dejar ir con las lágrimas y gritos, y no encerrarse en una oficina llena de trabajo y más alejada de Geten, pero ella no podía opinar, todos llevaban sus perdidas de diferente manera, solo le quedaba ver por Geten de vez en cuando si se lo permitían.
La vida de Geten era solitaría, llena de institutrices y gente del servicio que lo veían como el culpable de la caída de la señora de la casa, y contrario a lo que se creía, Geten no se había costumbrado a eso a pesar de haber nacido en ese ambiente, menos cuando la señora de la cocina era de la pocas personas que lo trataba bien junto a Chitose, la secretaria de su padre.
Geten cambio de niñeras infinidad de veces, especialmente porque la secretaria de su padre estaba constantemente en monitoreo ante cualquier mal trato, fue entonces que el hijo de la cocinera se presentó para poder cumplir con sus horas de prácticas para la universidad.
Eran notables sus virtudes como cuidador y maestro, eso dio luz verde a que Yotsubashi se volviera aun más ausente, pero conforme Geten fue creciendo las preguntas curiosas y evidentes comenzaron a surgir.