El tiempo lo cura todo. Una frase que es utilizada en tiempos de ruinas y que aviva la esperanza como el carbón al fuego. Y no hay frase más acertada, pues el tiempo corre sin tregua y todo florece después de la enfermedad.
Sentado en el enorme sillón el reloj avanzaba frente a sus narices, y, aun así, se sentía en pausa con la melodía dulce que tocaban los huesudos dedos de su amado prometido.
Sol, Si Menor
Sol, Si Menor
Su estado aún era delicado como las hojas en otoño, pero sus ramas y raíces eran tan fuertes como las de los robles.
Una patada interrumpió sus pensamientos.
A su cachorrito le encantaba escuchar a su padre tocar y cantar, incluso daba a relucir su molestia cada que su padre se equivocaba en alguna nota.
Demandante como sus dos abuelas.
En las múltiples de revistas sobre embarazos, leyó sobre como la primogénita se parecía al padre mientras que, si era primogénito, sería la viva imagen de la persona que le dé a luz. Probablemente, su hijo sería una mezcla de ambas familias.
¿Cómo sería su pequeño cachorro?
La melodía retomó su ritmo en el magnífico piano de Touya, y él simplemente se perdió imaginando a su cachorro.
Esperaba con demasiada fe, si era honesto, que heredara la sonrisa de Touya, sin duda el cabello rizado sería maravilloso, la altura de los Todoroki serviría de mucho, el color de cabello podía ser cualquiera al igual que el de los ojos.
Sol Re
La Menor
Sol Do
La canción llegó a su fin y el frijol en su vientre se molestó mucho más de la cuenta.
—Eso es capricho —habló a su estómago—. He criado niños más molestos, así que no creas que la tienes fácil, culpa al preescolar y a tu hermano Shoto.
Siguió moviéndose, pero sin horribles patadas.
—¿Cómo se sienten?
El cuerpo del alfa encajó perfectamente con el suyo en el sillón, y se acurrucó más en esos brazos que tan seguro lo hacían sentir.
Un beso en su cabeza.
—Mucho mejor —contestó el omega—, aunque el pequeño de aquí cree que puedes tocar horas enteras, demasiado caprichoso si me dejas decirte.
La risa de Touya retumbó por toda esa enorme casa que recién habían comprado.
—No le digas a mi padre a definitivamente culpara nuestra genética. —La voz ronca y suave le hacía dormitar.
El alfa le leyó como siempre y dejó que descansara en su hombro.
Los días pesados parecían como una tormenta de una sola nube, fuerte y rápida. Ahora que las cosas se habían volteado a su favor, podría decirse que comenzaba a experimentar un embarazo normal, excepto por la cuestión de que su cuerpo necesitaba urgentemente una mordida para estabilizarse.
El doctor Atsuhiro había dado luz verde para qur en los siguientes días se pudiera llevar la marca. La cosa es que, así como traería ventajas, también podría traer pérdidas enormes.
Si existía Dios y era tan benevolente como todos decían, entonces que le dejara conocer a su hijo.
La crianza siempre estuvo en su mente y nunca supo si era cosa del instinto o si le nacía, pero era algo que hacía con gusto y respeto. Sus compañeros de trabajo normalmente quedaban fastidiados de los niños y otros decían que no era lo mismo cuidar de un niño ajeno a uno que es tuyo por completo; sin embargo, Keigo creía que los niños realmente eran la cosa más interesante y susceptible del mundo, y no era que los niños fuesen diferentes cuando son tuyos o no, la cosa es que la gente olvidaba que eran personas, y todas las personas son diferentes. Cada niño era un mundo diferente, y tal vez por eso le gustaba enseñar y atribuir a la crianza, era explorar y conocer, Keigo conectaba con su niño interior cada que ayudaba u orientaba a otros pequeños.