-Capítulo 3-

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- Narradora -

Selin estaba inquieta, en total alerta en todo momento ya que era de esperar que tres hombres fornidos, orgullosos, rebeldes y posesivos la estén buscando, a causa de que ella haya rodado sus billeteras con mucha perspicacia. Aún así se encontraba encantada con las tiendas a las que visitaba, no había pasado por ninguna en la que no haya comprado una prenda, un recuerdo o un par nuevos de zapatos. Ella no era de las típicas jóvenes que se derrumbaban al ver el nuevo par de tacones a la moda; se derrumbaba al ver los nuevos zapatos con diseños creativos y originales de minion que sólo a los niños les gustan, se emocionaba al ver unas botas  sin tacón seguidas de unas medias pantis amarillas que cubran sus piernas seguidas de un enteriso Jean de pantalón corto y una manga larga debajo amarilla, con una gorra de árbitro que adorne su cabeza. Ella creaba sus estilos desde locos y sin sentido de combinación hasta los más sexis escotes para salir de fiesta.

Sacó disimuladamente su cabeza fuera de la tienda y espió si no había rastro de alguno de los chicos, no encontró nada sospechoso así que se dispuso a salir cargada de todas sus bolsas de compras y luciendo su nuevo look recién elegido caminó libremente por las calles y pasillos esperando ver algo que le llamara la atención.

Una hora después, se percató de que vio una silueta pasar rápidamente y esconderse en un pasillo, recordó que la había visto antes, Selin se asustó y dedujo rápidamente que la estaban siguiendo, así que aceleró el paso y sin mirar atrás siguió por una calle muy transitada de mujeres que pasaban al igual que ella: cargadas totalmente de sus compras. Decidió parar y observar si aún la seguían pero en el momento en el que volcó la cabeza para seguir su camino se chocó contra un cuerpo de acero, lo que la hizo desequilibrarse y perder el control de su cuerpo. Fue entonces que sintió como unos fuertes brazos la sostenían y la atraían hacia su cuerpo, se aferró a los enormes brazos y levantó un poco la cabeza para ver sus ojos, los cuales la envolvieron en una confusión de preguntas en su cabeza, inmediatamente reconoció aquel rostro familiar. Esa mirada coqueta que en tiempos pasados la derretía, esos brazos que la hacían sentir protegida y esa mirada que la reconfortaba. Enseguida reconoció a aquel muchacho que en sus tiempos de infancia era el amor de su vida.

-Adrian! - Selin se aferró a su cuerpo recibiendo mutuamente su abrazo y escuchando sus palabras en su oído.

-Hola muñeca - le susurró de vuelta - extrañé tus abrazos y tus juegos - se separaron y ambos se miraron con una sonrisa - sobre todo la fiesta de té inglesa en una piscina de tres metros - le dijo sacándole automáticamente una sonrisa seguida de una risita.

- No fue para tanto ok, nadie dijo que no podía, además, estaba recreando la cultura inglesa - bromeó pareciendo ofendida.

-Vamos a buscar a R.  seguro a de estar buscándote como un desgraciado - y acto seguido le quitó las bolsas llenas de cajas de zapatos y prendas que Selin llevaba dificultosamente, encargándose de ellas con un caballero, o más bien su mayordomo o botones, ella soltó una risita al pasar esas ideas por su mente. Ese día no podía tornarse más divertido para ella, que odiaba las rutina aburridas.

Caminaron por todo el lugar hasta llegar a un Mck Donals, Adrian tenía hambre, no había comido desde que llegó a la ciudad, así que no hiba a desistir de de la compañía de Selin.

-Tengo hambre, ¿me acompañas? - le dijo con un brillo travieso en los ojos.

-Claro, pero no te quejes luego, he!- le respondió divertida.

Entraron y se decidieron por una esquina apartada, ambos sabían el porqué y no se hiban a arriesgar.

Adrian pidió dos amburguesas dobles, una porción de papas fritas y tres jugos, uno de piña, otro de manzana y otro de frutilla.

Mi hermana quiere ser sicariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora