Capitulo 11

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~Bestia lloraba en su interior, arrepentido por sus errores del pasado quería buscar la forma de remediarlos~ Antonio Martínez

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~Bestia lloraba en su interior, arrepentido por sus errores del pasado quería buscar la forma de remediarlos~ Antonio Martínez

Las voces cesaron en mi cabeza, todos guardaban silencio ante la aparición de la reina Evolet en el gran salón. A penas hace unos segundos había hecho acto de aparición
La maldad, aunada con la inquietud de salir corriendo se presentía en el ambiente.

—Es un gran placer estar con ustedes en esta tarde tan espléndida —detrás de la máscara, se escucho una risa sarcástica—. Debo decir que...no podía perderme la bienvenida de la misteriosa chica traída desde la tierra.

Las miradas de todos se clavaron en mí, haciendo que el estomago se me revolviera del terror.

—Usted no es bienvenida en estas tierras —intervino Mérida.

—Postura de líder, con valor, y una pizca miedo. Mérida, sabes muy bien que estás tierras me pertenecen.

—Usted nunca será nuestra gobernante —exclamó Belmont con algo de rabia en sus palabras.

—Vaya, vaya —risa burlona—. Los últimos dos descendientes de Meredit y Charls. Dime una cosa niño ¿Esa es la capa de tu abuela muerta? ¿La misma anciana que mutile y di de comer a las bestias del desierto?

El rostro de Belmont se entristeció, apreto los labios, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

—No quieras venir hacerte el fuerte. Me deshice de toda tu familia, de cada uno de ellos —hizo una pausa mientras movía la cabeza para clavarle la mirada a Fleur—. Creo que te mataré después que lo haga con ella, así sufrirás el doble al verla morir.

—¡Callate! —Belmont juntó las manos y dejó ir sus poderes contra la mesa.

El ruido del hielo al impactarse con el firmamento de madera se escucho en toda la habitación. Ainoa corrío hacia él, lo tomó del brazo y comenzó a tranquilizarlo.

—No son nada. Son débiles de mente, incluso débiles de poder.

Sentí escalofríos cuando se volvió hacía mí.
Traté de mantenerme tranquila pero de solo verla a través del espejo las piernas se me volvían gelatina. Las ganas de salir corriendo fuera del salón eran enormes, pero simplemente no podía, estaba completamente inmovilizada.

—Se que no quieres esto —dijo con voz relajada—. Esta no es tu guerra pequeña niña. Regresa a casa, no eres nadien contra mí. Es hora de que tomes la mejor decisión, amenos que quieras reunirte con los muertos.

En un abrumador destello la mesa volvió a tomar su forma, el espejo se esfumó y Evolet desapareció.
Todos en la habitación estaban sin poder decir una sola palabra, necesitaba respirar aire fresco. Me doy la vuelta a toda prisa abriendo las puertas de golpe.

—¡Amber espera! —gritó Ainoa a mis espaldas.

Ni siquiera me detuve a mirar. Acelere el paso sin saber a dónde iba. Cruce varias habitaciones, todas llenas de lujosas alfombras y decoraciones fenomenales. Salas con muebles, forrados en un tapiz rojo y dorado. Estatuas marmoleadas, candelabros colgando del techo, y toda la decoración de un verdadero castillo. Abrí puerta tras puerta, hasta que logre salir al patio que observe desde lo alto de la habitación. Me detengo y me inclino un poco hacia delante para tomar aire. Me llevó una mano al estómago y puedo sentir como el pecho se me cierra por el cansancio.
Mire el cielo que estaba apuntó de sumirse en la oscuridad de la noche y trate de guardar el control.
La puerta se abrió a mis espaldas. Belmont apareció con el semblante apagado, agotado por haber corrido detrás de mí.

Erase Una Vez-Después Del Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora