Capitulo 12

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~Al caer el último pétalo el tiempo se detendrá, y solo los buenos recuerdos perduraran~ Antonio Martínez

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~Al caer el último pétalo el tiempo se detendrá, y solo los buenos recuerdos perduraran~ Antonio Martínez

De un golpe caí al suelo. Mi espalda tocó el firmamento áspero, mientras apretaba los labios sin poder gritar. El hombre frente a mí se colocó arriba de mi cuerpo desplomado, mientras me toma de los brazos con las manos llenas de alcohol. Por mi mente pasan miles de escenas en las que podía concluir esta noche. Comienzo a moverme tratando de levantarme, pero todo es inútil. El peso del hombre me domina por completo, y puedo sentir como el aire comienza a faltarme.

—¡Auxilio! ¡Alguien que me ayude! —grito hasta lastimar mi garganta.

Veo su rostro regordete mientras dibuja una sonrisa burlona. Tiene muy mal aliento, y de su barba emana una sustancia asquerosa entre sudor, alcohol, y saliva.

—Aquí nadie ayuda a nadie. Este mundo está muriendo junto con su gente.

Su rostro se acerca hasta el mio. Volteo la cara para evitar que su boca tocará la mía, y con su lengua comienza a rosarme la mejilla. Tengo ganas de vomitar, pero el miedo hace que me quede paralizada.
Un rugido estremece el silencio de la noche, haciendo que el hombre se detenga a observar las calles con inquietud.
De pronto puedo sentir como el aire vuelve a correr por mis pulmones, y la persona encima de mí sale volando por los aires. Me levanto a toda prisa y frente a mis ojos puedo divisar una sombra, que en medio de la noche atacaba al hombre mientras esté gritaba sin parar. Era alto, con cuernos que se levantaban de su cabeza, garras afiladas como cuchillas, dientes que sobresalían de su boca, y con el cuerpo lleno de pelo entre tonos negros y azul obscuro. Con sus garras apretó el cráneo del hombre y lo asesino, soltando un rugido que sonó en toda la aldea. Me miró dilatando sus pupilas, resoplo con sus fosas nasales, y de pronto se dejó caer al suelo como si las fuerzas se le hubieran terminado. Movía su cuerpo como si lo estuvieran torturando, rugía y arañaba el piso mientras su aspecto iba cambiando. Las garras comenzaron a desaparecer, los cuernos se introdujeron en su cabeza, y el pelo desapareció por completo. Los rugidos habían cambiado por gritos, y frente a mí ya no había una bestia de metro y medio de alto, si no un chico asustado. Su piel era de tez algo morena, el cabello color negro como el carbón, ojos grises de un aspecto brillante, y labios rojos como la sangre. Lo miraba desconcertada, pues para mí maña suerte estaba desnudo. Me observó mientras se ponía de pié, y rápidamente volteé la cara avergonzada por la situación.

—¿Te encuentras bien? —dijo con un tono de voz algo grave.

—Si... Eh... Yo, estoy bien —balbuceo sin voltear el rostro.

Escucho como sus pasos comienza alejarse de mí, y puedo verlo entrar en una de las calles de la aldea.
No podía irme así sin mas, tenía que agradecerle por salvarme la vida. Camino entre la obscuridad, buscando al chico que me había sorprendido y avergonzado en una noche. Tras varios minutos de observar y caminar por varios callejones, me doy por vencida. Al parecer se había esfumado y no había otra opción más que regresar al castillo. Me doy la vuelta y el corazón me sobre salta al verlo parado y amarrando de su manos una especie de brazalete.

Erase Una Vez-Después Del Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora