La familia de Brown viven aislados en una pequeña cabaña en las montañas. Amber y Lyly disfrutan de solo contar con sus padres para que sus días sean llenos de amor.
Tras la desaparición de Lyly, los pilares que sostenían a la familia se vendrán a b...
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~Al recordar el pasado desentierras recuerdos que tal vez aún duelen, y eso nunca ayudara a sanar~ Antonio Martínez
Olores de todo tipo se desprendían del pequeño mercado. Los gritos de los vendedores ambulantes hacían que costará trabajo concentrarse en lo que estábamos buscando. Algunos panes, otro poco de hierbas, y artículos extraños se encontraban a lo largo de una calle. Curioseaba por todos lados con la mirada, sorprendida de algunas cosas que jamás había visto. En una de las estanterías me pareció ver frascos con un pequeño letrero que decía pólvora de dragon, lo cual me hizo pensar si se refería a dragones de verdad. Llegamos a un local donde se encontraban diversos libros y hojas de papel. Detrás del mostrador, una anciana de cabello blanco que se recargaba de un bastón para poder mantenerse de pie.
—Bienvenidos a los libros de Nariza —sonrió y nos hizo una seña para que observaramos más de cerca—. ¿Buscan algo en especial?
—Si. Buscamos un mapa de Garland. De los que ya están actualizados —susurro Kalem—. Quiero decir, un mapa donde se vean todos los reinos, incluido el de la reina Evolet.
La anciana cambió su semblante servicial y amable por uno tenso y algo enojado.
—Aquí no encontrarán tales cosas. Nadie quiere saber dónde vive esa bruja. Es el diablo en persona, cualquiera que ose saber de ella está traicionando a nuestros antiguos reyes.
—Por favor señora —intervine de inmediato—. Necesitamos encontrar algo importante. No somos aliados de Evolet, al contrario, queremos ayudar a terminar con su reinado.
La anciana me observó con delicadeza. Traté de escuchar lo que estaba pensando, pero en su mente solo había un enorme vacío, solo me observaba, sin pensar algo bueno o malo.
—No puedo venderles tal cosa por que no cuento con ello —hizo una pausa e clino la cabeza algo pensativa—. Pero si puedo decirles quien les puede ayudar.
—Sería de mucha ayuda. Le pagaremos por su apoyo —Kalem sacó unas monedas de su bolsillo.
—No será necesario. Si de verdad buscan terminar con la maldad de la reina Evolet les diré todo lo que les puede ayudar —Se inclino un poco y sacó una pequeña bolsa con vayas—. Tienen que ir al bosque encantando y buscar a Rumpelstiltskin. Ese viejo enano tiene toda clase de artículos que ha obtenido a lo largo de sus tratos chuecos.
—¿Y que haremos con las vayas? —pregunté dudosa.
—Ningun dotado puede entrar al bosque encantado. Solo humanos ¿No es así? —dijo Kalem.
—Es correcto. Las vayas los convertirán en humanos, pero solo por unas horas.
—¿Qué pasa si se nos termina el tiempo y las criaturas del bosque nos descubren?
—Salgan lo más pronto posible. Hadas, duendes, elfos, y todo ser que habita en ese lugar odian a los dotados, ya que piensan que todos son como la reina Evolet.
