Capitulo 3

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~Quizá la venganza no te devuelva aquello que te arrebataron, pero algo es seguro, te hace sentir muy bien~ Antonio Martínez

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~Quizá la venganza no te devuelva aquello que te arrebataron, pero algo es seguro, te hace sentir muy bien~ Antonio Martínez

Mamá estaba frente a la chimenea mirando fijamente el fuego que emana de los pedazos de leña. Cojo un pedazo de pan y me lo llevo a la boca, por la ventana entran pequeñas ráfagas de viento que chocan contra mi cabello. Han pasado trece años de la desaparición de Lyly y aun me visita en sueños pidiéndome ayuda, cada noche desde su desaparición sueño con su pequeño rostro esfumándose al caer la lluvia. Cada maldita noche recuerdo mi estúpido error. Mi familia es un nudo de tristeza y dolor, la felicidad nos abandono, las risas se fueron con Lyly, y los rostros de mis padres se volvieron como pinturas de dolor plasmadas en un pedazo de papel viejo.

—Mamá, tengo hambre —dijo kail asomándose por la puerta de su habitación.

Kail había nacido dos años después de que Lyly se marchará. Nuestros padres no estaban contentos con la llegada del nuevo miembro, y eso siempre había sigo tema de discusión. Era un niño asombroso, siempre le platicaba de nuestra pequeña hermana que un día el bosque se la llevó sin dejar rastro aunque esto lo asustara. No quería que algo malo le pasara también a él, una vez no supe cuidar a mi familia no iba a cometer ese error dos veces. Si tenia que asustarlo para que no saliera solo y se quedara todo el día en casa, así lo iba hacer.

—Ven pequeño, mamá está algo ocupada —lo tome del brazo y nos dirigimos hacia la cocina a buscar algo para comer.

—¿Por qué mamá siempre mira al fuego? siempre me ignora, como si no existiera para ella —se sentó en un pequeño banco—. Yo no tengo la culpa de lo que pasó con nuestra hermana, por que me hace sentir como si la tuviera.

—No es así Kail, mamá y papá aún extrañan a nuestra hermana. Para todos siempre ha sido difícil tratar de olvidar aquel día tan trágico.

No era verdad. Ciertamente papá y mamá aún extrañaban a Lyly, pero para ellos ya había llegado una etapa de resignación, en cambio para mi, había sido un poco más difícil olvidar. El hecho de soñar con ella todas las noches me hacía sentirme aún más culpable de su desaparición.

—Te parece si te preparo unos macarrones con queso, son deliciosos y se que te gustan mucho

—Macarrones con queso, ¡Si! —gritó mientras se levantaba de un salto del banquillo

—Muy bien, ven aquí ayudarme —tome unos cuantos utensilios y los puse en la tabla—. Hoy la cocina será nuestra.

Se sentía bien compartir momentos con Kail. Ya era una chica algo mayor, pero eso nunca me había impedido jugar con el por largas horas como si de nuevo tuviera doce años.
Desde la llegada de Kail papá puso ciertas reglas que se debían seguir al pie de la letra como; volver antes del anochecer, nunca salir solos al bosque, evitar alejarse de la cabaña, entre muchas más. Vivíamos con miedo y preocupación, y aún así nos habíamos logrado mantener aflote.

¡AYÚDAME AMBER! ¡POR FAVOR AYUDAME! .... LiLY CORRE.

Me despierto de un salto de la cama, con un frío realmente fuerte, otra vez esa pesadilla. No quería seguir soñando con ella, no de esa manera, tenía tantos recuerdos juntas que siempre pensaba que si no podía verla en sueños de otra manera que no fuera esa pesadilla, preferiria olvidarla para siempre.
Hacia demasiado frío, la quijada me temblaba, y mis manos estaban blancas como si hubiera estado todo el día en una tina de agua.

De pronto escucho una voz susurrante que menciona mi nombre. Me quedo atenta por unos segundos y vuelco escuchar la voz que me llama desde el pasillo de nuestra casa.

—Amber, Amber, Amber.

Me levanto de la cama y me asomo por la puerta de mi habitación. Unas pequeña nubes de humo salen de mi boca al hablar.

—¿Papá? ¿Mamá?

No escucho respuesta. Salgo de mi habitación y vuelvo a escuchar que alguien susurra mi nombre. Después de llegar al pasillo principal, puedo percatarme que la voz viene desde fuera de la cabaña. Me temblaban los pies y no era precisamente por miedo, el viento soplaba realmente fuerte. Por debajo de la se escuchaban las hojas que iban de un lado a otro desde el porche de la cabaña. Abro la puerta, la noche es oscuro y apenas se alcanzan haber las copas de los árboles moviéndose con una gran fuerza.

—Amber, amber, amber.

Fijo la mirada entre la oscuridad del bosque y puedo escuchar la voz con mas claridad. No cabía duda, la persona que me estaba llamando provenir del bosque. Por un momento pensé que pudiera ser mi hermana llamándome, luego supuse que no podía ser posible. La voz se hacía cada vez más fuerte. Antes de que pegara un pie fuera de las escaleras un jalón hacia atrás me hace brincar del susto.

—¿Que haces afuera?

Con una escopeta en la mano y mirándome fijamente a los ojos con un terror evidente me quedo atónita.

—Perdón papá, es solo quee...

—¿Que?

No iba a decirle que había escuchado voces llamándome, nadie lo iba a creer mucho menos papá. Quería decirle que podía escuchar los pensamientos de las personas desde que era niña, quería sentarme con él y decirle que escuchaba la preocupación que tenía en ese momento, pero sabía que no me iba a creer en absoluto.
Era algo obstinado y si le decía lo que estaba pasando, era capaz de salir a investigar alrededor de la cabaña y para ser sincera la noche no tenía buena pinta.

—Es que no podía dormir y quise salir a respirar un poco de aire fresco —le dije mientras me cruzaba de brazos.

—Ya, por favor regresa a la cama

—Esta bien, perdón por despertare—al observarlo entre la oscuridad de la noche pude notar que no se había creído mi argumento.

—Amber

—¿Si papá?

—No vuelvas a tratar de ir al bosque sola, mucho menos de noche, este lugar nunca volverá hacer seguro.

Asentí con la cabeza y me dirigí a mi habitación. Sabía que aquello no había sido un sueño, sea lo que sea que me llamara desde la oscuridad del bosque, sabía cuál era mi nombre, sabía donde vivía y quería que me despertará para encontrarnos durante aquella madrugada. Por un momento me quedé pensando que tal vez el que papá se despertará a impedir que entrará en el bosque había sido lo mejor, tal vez lo que me llamaba había sido lo que se llevó a mi hermana y en las debidas circunstancias estaría muerta o herida en el bosque si papá no hubiera llegado a tiempo. El viento se apago como por arte de magia, se dejaron de escuchar las copas de los árboles moviéndose de un lado a otro y la noche se torno en un silencio acogedor. Cerré los ojos para poder dormir y en un instante la maldita pesadilla regresó...

Erase Una Vez-Después Del Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora