Capitulo 6

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~y entonces descubrí que caperucita no era la única en casa de la abuela~ Antonio Martínez

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~y entonces descubrí que caperucita no era la única en casa de la abuela~ Antonio Martínez

Al ver las manos de la niña tocando el rostro de la que al parecer era su hermana, me hizo verme reflejada por un instante en su dolor. Quería salir corriendo hasta la cabaña y meterme a la cama para despertar y pensar que solo era un sueño. Estaba parada en medio del bosque, con personas que no sabía como describirlas. Retrocedí unos cuantos pasos y al darme la vuelta para marcharme una voz me detuvo.

—¡Espera! —escuche pasos acercándose—. ¿te encuentras bien?

Me di la vuelta muy despacio. Era un chico realmente atractivo. Sus ojos eran de un rojo intenso, ojos que nunca en mi vida había visto en otra persona. Tenía labios gruesos con una estupenda simetría. Sus rizos de color dorado lo hacían parecer sacado de un cuento.
Lo mire fijamente por unos segundos, y su belleza me dejó sin habla.

—¿Estas bien? —preguntó por segunda vez.

Soltando los brazos y bajando la cabeza decidí responder.

—Yo...No...no lo se —levante la cabeza para encontrarme con su mirada—. No se que pasó. Tengo miedo, y yo...

—Calma. Todo esta bien. No dejaremos que nada te pase —me tomo de la mano y pude darme cuenta de que mi cuerpo estaba temblando—. Nadie te hará daño.

Jale mi mano y la aparte de su lado. Había parecido algo grotesco, pero estaba sin poder creer todo lo que había visto. La niña se acerco hasta nosotros y se secó las lágrimas con la punta de su capa.

—Mi nombre es Belmont —dijo mientras le tomaba la mano a la pequeña chica-. Y ella es Fleur.

Mire a la niña y me saludo levantando una mano. Ambos tenía un parecido inigualable. Mismo cabello, mismos ojos, y por supuesto, mismo vestuario.

—Soy Amber —mencione mientras me acomodaba el cabello detrás de la oreja—. Mi nombre es Amber Brown.

—Amber. No tengas miedo, nosotros no vamos hacerte daño. Mi hermana y yo estamos aquí para ayudarte.

Ahora no tenia la menor duda de que ambos y la chica fallecida eran hermanos. Trague saliva y quería preguntar muchas cosas, pero los nervios solo me hicieron balbucear.

—Ustedes...¿Qué son?...es decir, quienes son.

El chico rubio dejó escapar un suspiro y se ajusto uno de sus guantes. Bajo la luz de la luna su piel era blanca como la nieve.

—Somos Garlandeanos. Provenimos de una tierra muy diferente a esta.

Mire su rostro y espere que prosiguiera pero un silencio se prolongó por varios minutos.

—No entiendo. Tu mataste a esa persona con hielo. El hielo salió de ti, y ella —señale a la niña—. Ella hizo que los cuervos bajaran en bandada.

—Belmont controla el hielo y yo tengo el don de que los animales me obedezcan —intervino la niña ante la pregunta que había hecho.

—¿Es decir que ustedes poseen poderes?

—Si así lo quieres llamar —mencionó mientras caminaba hacia el cuerpo de su hermana—. Preferimos llamarlos dones.

El chico rubio se agacho, tomó la mano de su hermana y le dio un beso.

—No tenemos tiempo Belmont. Evolet ya debe saber que matamos a uno de los suyos, vendrán pronto —dijo la niña tomándolo del brazo.

Se puso de pie y se volvió hacia mi.

—Tienes que acompañarnos.

Por un momento pensé que estaba bromeando, pero al ver la seriedad en su rostro comencé a preocuparme.

—¿Qué? ¿A dónde? —retrocedí unos cuantos pasos.

—Ella era nuestra hermana. Tenía el don de desaparecer y crear campos de defensa. Al morir tu estuviste cerca de ella —el chico se acerco un poco mas—. Lo que sentiste en tu cuerpo cuando estuviste dentro del agua fue una metamorfosis. Mi hermana te heredó sus dones.

Abrí los ojos y los clave en ambos chicos. El dolor que sentía estando dentro del agua no había sido normal, y ahora entendía por que. Hace unas horas era una chica que estaba apunto de ir a la cama, y ahora me encontraba en la oscuridad del bosque con personas que teóricamente no eran personas.

—No, escúchame. Ella llegó a nuestra cabaña muy mal herida. Mi familia y yo solo le brindamos ayuda y eso es todo. Esta persona que mataste la fue a buscar y ella me pidió que la siguiera —cruce mis brazos a la altura de mi abdomen—. No lo sé. Fue muy rápido. La escuché en mi mente, tu hermana mencionó mi nombre y yo solo...

—Espera un segundo —me interrumpió antes de que terminará—. ¿Tu escuchaste a Any hablar, aún cuando no podía hacerlo?

—Si. Bueno, desde pequeña puedo oír los pensamientos de los demás.

La niña cruzo mirada con el chico y se quedaron asombrados entre sí.

—No podemos dejarte. Tienes que venir con nosotros —mencionó la niña con voz preocupante.

—No puedo irme. Mi familia esta haya, sola. Una vez perdí a una hermana en este mismo bosque.

—Escúchame Amber —me tomo de la mano—. Mi hermana había escapado de nuestro hogar hace unos días. Nuestro mundo está en guerra, pero eso no te lo debo contar yo. Any dejó una carta, dijo que debía seguir una pista muy importante y no quería involucrarnos. Por alguna razón mi hermana vino a buscarte, y creo que se cual es esa razón. Amber, tu eres como nosotros. Puedes leer mentes y eso te hace una de nosotros.

Sentía la garganta seca y las mejillas heladas. Mire mis manos y pude notar que el color de mi piel palidecía con la tenue luz de la noche.

—Yo no puedo ser quien dices. Tengo familia. Solo quise ayudarla, no puedo leer mentes.

Quería salir corriendo a toda prisa pero mis pies no me respondían. El frío se había intensificado en todo el cuerpo, y por un momento había olvidado que estaba empapada de agua.

—Belmont debemos irnos —dijo la niña jalando a su hermano de la capa—. Belmont Evolet no tarda.

—¿Quién es Evolet? —pregunté mirándolo a los ojos.

—Ven con nosotros. No puedes regresar con tu familia. Los mataran a todos si estás en casa cuando Evolet llegue.

—¡Dime quien es Evolet! —comencé a llorar del miedo.

—No tenemos tiempo. Te prometo que nada malo le pasará a tu familia si vienes con nosotros.

Mire hacia atrás y me imagine a mis padres en su dormitorio, al pequeño kail bajo las suaves sábanas de ceda. No quería que nada malo les pasara, debía tomar una decisión, y debía ser rápido. Si me marchaba les iba a romper el corazón al darse cuenta que no estaba en casa. La tragedia se iba a repetir como había ocurrido con Lyly hace trece años.

—Tengo miedo —mis lágrimas salían con mayor intensidad—. Amo a mi familia, no quiero que nada malo les pase.

—Confía en nosotros Amber —exclamó la niña tomándome de la mano—. Estarán bien si tu no estas con ellos.

Mire el rostro de la niña y pude ver en sus ojos una luz de sinceridad. El corazón me latía con fuerza y la decisión en mi cabeza estaba tomada. Tomando una bocanada de aire y secando un poco las lágrimas les susurre.

—Esta bien, iré con ustedes...

Erase Una Vez-Después Del Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora