Capitulo 4

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~Entonces el lobo tomó a caperucita, y está le clavo un puñal en el corazón, pues sus padres fueron muy claros "No dejes que nadie te toque hasta llegar a casa de tu abuela" ~Antonio Martínez

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~Entonces el lobo tomó a caperucita, y está le clavo un puñal en el corazón, pues sus padres fueron muy claros "No dejes que nadie te toque hasta llegar a casa de tu abuela" ~Antonio Martínez

—Cariño creo que bajaré con Amber al pueblo, los suministros se acaban y es mejor tener la nevera llena en estos días tan lluviosos.

Papá cerró la nevera y se dirigió a su habitación a buscar el dinero para las compras.
Cada mes mi padre y yo íbamos al pueblo más cercano a buscar comida suficiente para todo un mes o más. Me gustaba bajar al pueblo. Todos nos conocían como la familia de las montañas, mi papá tenía muchos amigos en el pueblo, era muy querido por todos y siempre le preguntaban que si por que había decidido aislarse de esa manera. Escocia era un buen lugar para vivir. Los pueblos eran muy tradicionales, con gente buena que ayudaba a cualquiera que lo necesitará.
Tome una botas viejas de la esquina de un sillón y me las ate con fuerza para evitar que se desamarraran en el camino.

—¿Estas lista hija?

—Lista papá —me levante de un salto y lo mire con una pequeña bolsa entre sus manos—. ¿Llevaremos la carretilla?

—Si, creo que hacen falta demasiadas cosas. Esta en el cobertizo, detrás de la casa ¿puedes ir por ella?

—Claro, iré enseguida

—Te espero afuera

Camine hasta la parte de atrás de la cabaña y pude ver el viejo cobertizo. Papá lo había construido para guardar sus materiales de trabajo y algunas cosas que estorbaban en la casa. Por la parte de atrás se estaban viniendo abajo unas tablas, lo que provocaba ver los árboles del bosque a través de unas pequeñas ranuras. Observe a mi alrededor y me llevé la mano a la boca evitando derramar una lagrima. En una esquina, entre un poco de escombros y viejas chatarras estaba un pequeño triciclo de mi hermana. Me dirigí hasta el, y lo saqué de un tirón, haciendo que varias partes de metal cayeran al suelo. Sin una rueda, a un grado extremo de oxidación, el juguete había estado allí por mucho tiempo. Tantas tardes de primavera jugando con ese viejo triciclo, tantas risas y tantos momentos en familia habían acabado olvidados.
Me seque la lagrima que salió de mi ojo derecho y un destello de color rojo hizo que me volviera hacia las grietas del cobertizo. Antes de que desapareciera entre los árboles me asome pensando en que era algún animal. Parecía haber sido un pedazo de tela, como si alguien estuviera observándome. Mire fijamente por un momento pero fuese lo que fuese, ya se había esfumado.


—Vuelvan antes del anochecer —gritó mamá mientras dejábamos atrás la cabaña.

El camino al pueblo no era tan largo. Para ser exacta teníamos que caminar aproximadamente una hora para llegar, y el tiempo siempre se me iba volando mientras platicaba anécdotas con papá. Miraba de un lado a otro entre los árboles. Sabía que alguien me estaba observando en el cobertizo, pude ver una parte de su vestuario, de un color rojo intenso. Me concentraba para tratar de escuchar algo, pero solo se escuchaban los suaves cantos de las aves.

Erase Una Vez-Después Del Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora