Los chicos y yo decidimos hacer turismo en el centro de Londres, que estaba realmente alejado de la casa. Visitamos muchos lugares, tomamos fotografías y aprovechamos para hablar de la misión. Compramos recuerdos y, al notar que pronto oscurecería, regresamos a casa. Al parecer, los demás no estaban; probablemente trabajaban mucho. Cenamos y luego nos fuimos a dormir, cada uno en su cuarto.
A la mañana siguiente, parecía hacer aún más frío que los días anteriores, así que me puse una sudadera gris y unos pantalones negros.
—Buenos días —saludé al entrar al comedor.
Al parecer, solo estábamos los chicos y yo.
—Buenos días —respondió una voz algo chillona.
Volteé inmediatamente. ¿Quién es él? No lo vi en ninguna de las carpetas.
—Soy Ashton. ¿Ustedes son...? —preguntó con cierto desdén.
—Es el hijo de Hanna y ellos son sus amigos —dijo James, visiblemente incómodo.
El chico pareció cambiar totalmente y sonrió con amabilidad fingida.
—No sabía que Hanna tenía un hijo, claro, después de James —dijo con un tono ciertamente pasivo-agresivo.
—Yo tampoco sabía de la existencia de Hanna —respondí.
—O sea, ¿cómo...?
—Basta, Ashton. Deja de hacer tantas preguntas. No te importa —interrumpió James.
Ashton endureció la mandíbula y miró a James con una sonrisa.
—Perdón, James. Solo trataba de entablar una conversación.
James y Ashton se sumieron en una conversación, al igual que mis amigos y yo.
—Saldremos de nuevo. Quiero ir a algún parque —le comenté a Víctor, era nuestra forma de decirnos que saldríamos a dar el reporte a nuestros superiores.
—¿A dónde van a ir? Yo conozco un parque buenísimo.
—No seas entrometido, Ashton. Ellos no te están invitando y mucho menos preguntando.
—Solo era curiosidad.
—La curiosidad mata.
Con esa simple frase de parte de James, fue suficiente para que Ashton dejara de entrometerse.
Terminamos de desayunar y nos fuimos directo a un parque lejos de la casa. Cada uno comenzó a hacer sus reportes de la misión para enviarlos. Isaac pasaba la mayor parte del tiempo fuera de la casa, al igual que Hanna y James, aunque James era más fácil de ver.
Encendí un cigarro y le marqué a mi madre desde un teléfono público.
—¿Bueno? ¿Quién habla?
—Mamá, soy yo, Josh.
—¡Joshy, hola mi niño! ¿Cómo va todo? ¿Te está tratando bien tu madre?
—Tú eres mi mamá, ella no... Sí, sorprendentemente me está tratando bien. Es raro, sabes... No me hace sentir bien cuando me habla con cariño.
Un suspiro de mi madre se escuchó a través del teléfono.
—Sé que es difícil, cariño, pero solo entiende que era una adolescente y no sabía lo que realmente hacía... Tu padre quiere hablar contigo, amor.
—Está bien, mamá. Te amo.
—Yo a ti, hijo.
—¿Cómo estás, Josh?
